La Maison de Apple TV + es lo que podría llamarse un culebrón. No es un término dicho en mal sentido o con la pretensión de ser despectivo, nada de eso. Pero lo es, es un culebrón con todas las de ley y eso no es nada malo. Lo es con acierto, con buenas actuaciones, con un guion cuidado, con una fotografía más que adecuada y con la idea firma de tener al espectador pegado. Y lo logra, al menos en base a los dos primeros episodios que son los vistos para estas primeras impresiones.
Una familia rota
La protagonista es la familia Ledu, una de las grandes de la Alta costura que sigue siendo independiente tras un siglo de vida en manos del citado clan. Pero lo primero de todo es la marca, la reputación, el estilo y no tanto ellos mismos, no una relación sana, no la sinceridad, no el hacer lo mejor para cada uno y para todos.
Los Ledu están rotos en muchos sentidos. Su relación familiar, que a la legua se ve claramente disfuncional, hace aguas por todas partes y aunque Vincent, el rostro más visible al que interpreta Lambert Wilson (recordado por muchos por ser el Merovingio de Matrix) a las mil maravillas, intente que no se vea este es un secreto a voces. Pero los secretos, por mucho que uno se empeñe, antes o después dejan de serlo.
17 segundos de muerte
La Maison da comienzo con el episodio titulado “17 segundos”, el primer peldaño de su caída cuando el citado Vincent, en un momento de ofuscación personal, lanza unos comentarios en privado que son tomados de racistas (no puede decirse que esté acertado en sus palabras) y estos terminan en un vídeo en redes sociales. El resto es fácil saber qué sucede y es el hecho que mueve todo lo demás, el motor que enciende la trama.
Es además una gran crítica a dos bandas tanto a los que se niegan a aceptar su responsabilidad en sus propios comentarios, lo que da la opción a defenderse y pedir disculpas, como de los que se lanzan al cuello de cualquiera que tropiece y más si el traspiés de turno llega a redes sociales. Dos perfiles muy distintos obligados a convivir, o al menos a hacerlo hasta que uno termine con el otro.
La Alta costura
La Alta costura es el adorno de fondo de La Maison para contar lo que es una tragedia familiar hecha, al menos por el momento, con buen gusto y habilidad. Es el negocio familiar de los Ledu, también de sus rivales Diane Rovel, interpretada con maestría por Carole Bouquet (inolvidable Melina de Solo para sus ojos) y de la joven Paloma Castel que es uno de los puntos claves de esta ficción (con la actuación de Zita Hanrot, a quien no conocía y aplaudo desde ya mismo). Pero por desgracia aunque la Alta costura esté siempre presente no se le saca partido a la misma, no hay planos que la muestren en toda su belleza y no termina de ser lo embriagadora que debería como sí se intentó en The New Look (al menos de momento, es algo que puede cambiar en futuros capítulos).
Por suerte se cuenta con un buen abanico de situaciones y personajes que hacen que uno, casi, no sea consciente de ello. De entre todos, y por gusto personal, se debe destacar a Amira Casar como Perle Foster, amiga, antigua musa y mano derecha de Vincent Ledu y uno de los personajes que parecen más interesantes de entre todos, con un mundo lleno de grises que solo promete ir a más con el devenir de los episodios.
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