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Sigue el viaje a través del universo de Marvel Comics.

Los orígenes de los héroes y villanos de Marvel Comics suelen estar muy definidos, al igual que los de sus secundarios y amigos de batalla habituales. Sabemos quiénes son, qué les mueve y el motivo por el que deciden ser una fuerza del bien o del mal, pero en un mundo poblado de prodigios en mallas con poderes increíbles las luces pueden ocultar las sombras y estas, a pesar de todo, ser muy pronunciadas. Ese es la idea sobre la que trabajan el guionista Mark Russell y el arquitecto tras las línea Instantánea Marvels, Kurt Busiek.

La propuesta se aleja totalmente de las dos entregas anteriores en las que las protagonistas eran dos antiguos amores de Johnny Storm y Namor, aquí el joven que lleva la narración adelante no tiene relación alguna con el Capitán América, no más allá de ser uno de los miles que sufrieron la temible Bomba loca y sus desastrosos efectos (¡1976!).

Esta es una de las historias más recordadas del héroe, de la etapa en la que Jack Kirby llevó las riendas del Centinela de la libertad, y el punto de partida para la que es (hasta el momento) la más interesante propuesta de la colección al alejar por completo el foco del Capitán América. Esto permite al lector, y a los autores, recuperar la esencia más básica de lo que fue Marvels, adentrarse así en el mundo cotidiano de Marvel Comics lejos de las capas y los grandes poderes pero también dejando claro que en cualquier momento, se quiera o no, un espectador inocente puede pasar a ser parte de un todo mayor.

No contento con esto, Mark Russell profundiza todavía más en ese universo tan alejado del nuestro y a la vez tan similar, con sus diferencias de clases, problemas raciales e injusticias que llenan el día a día. Claro está que no hablamos de un guionista cualquiera, ya que es el responsable tras joyas tan recomendables como Los Picapiedra o Huyamos por la izquierda: Las crónicas del León Melquíades, y por tanto el nivel esperado de su paso por esta serie era alto.

Si la historia original de 1976 la firmó Jack Kirby, con su habitual estallido de potencia sobre el tablero de dibujo y esas láminas increíbles que tan solo él podía hacer, el ilustrador actual es prácticamente lo opuesto. El estilo de Ramón Pérez si bien es muy efectivo es más discreto, apuesta por escenas y viñetas más sencillas e incluso costumbristas en algunos casos, pero sabe plasmar una gran página doble llena de fuerza como demuestra al poco de empezar el cómic.

Su trabajo habla por sí solo y su elección también, ya que a nadie se le escapa que la decisión de Kurt Busiek sobre este artista viene dada por su clara intención de alejarse de lo que hizo el Rey hace tantas décadas. Escoger a un dibujante tan diferente y contrario al estilo de Kirby, provoca que necesariamente una aventura que es bien conocida luzca por completo nueva, dando así un nuevo nuevo y enriquecedor matiz a la mitología de Steve Rogers.

Instantánea Marvels: Capitán América es la mejor entrega hasta la fecha, pero, y esto es importante, no será la última. Todavía quedan muchas historias por ser contadas.

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