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Los personajes de Hanna-Barbera son auténticos clásicos.

¿Quién no conoce a Hanna-Barbera? La prestigiosa productora de animación que durante décadas llenó las pantallas y los sueños de los niños, pero también de los mayores y de los comerciantes gracias a la enorme cantidad de merchandising que había de sus personajes.

Nombres inolvidables como Los Picapiedra, el Fantasma del espacio, Scooby-Doo, Don gato y su pandilla, Los Supersónicos, el Oso Yogui… Una gran e inacabable lista de creaciones llenas de humor, ingenio, en ocasiones mala uva, y un gran carisma que hizo que durante años fueran igual (o más) imbatibles que la Chica Ardilla.

Pero como pasa en Bad Boys for Life, el tiempo no pasa en balde y estos productos fueron perdiendo el interés del público. Pero no del todo, nunca se han terminado de ir, bien sea al ser traídos de vuelta en películas de cine como ¡Scooby! de próximo estreno, nuevas series que intentan recoger su estela como la irreverente Harvey Birdman, abogado legal, ser recordadas en libros como yo mismo hice con Los Picapiedra (por sus muñecos de D-Toys) en De Spider-Man a G.I. Joe: la acción hecha figura o darles una completa vuelta de tuerca gracias a las interesantes propuestas de DC Comics en su línea Hanna-Barbera Beyond.

Esta empresa ha cogido a estos antiguos, queridos y bien conocidos personajes y les ha dado un buen lavado de cara para que aparezcan ante el lector totalmente nuevos. Un buen ejemplo son Los Picapiedra de Mark Russel y Steve Pugh, uno de los mejores volúmenes de su año, y otro tanto dos de las últimas publicaciones de ECC en España, Pierre Nodoyuna y Patán y Huyamos por la izquierda: Las crónicas del León Melquíades.

 

Dos tomos bien diferentes pero que tienen una misma constante, el respeto y el total cariño por los personajes que se están retomando, aunque cada uno de ellos vaya por un camino bien diferente. En el caso de los dos villanos están al frente Mauricet como ilustrador y Garth Ennis como guionista, un nombre bien conocido que crea una de las historias más alocadas de la que hasta ahora se han escrito en esta nueva visión de los clásicos.

El irlandés mezcla con gran acierto el mundo real (real de las viñetas, claro) con la locura de los dibujos animados que poco a poco va ganando la batalla. Lo serio vs lo irrisorio. Lo cierto vs la locura desatada. Una obra que se ríe de todo lo pre existente pero a la vez logra darle una gran capa de amor, crea un bucle que de forma inexplicable funciona y hace que al terminar de leer nos muramos de ganas de coger nuestros DVD´s de Pierre y Patan en el Escuadrón Diabólico para disfrutar de las aventuras originales.

 

Pero si la propuesta de Ennis es arriesgada y atrevida, no lo es menos la de Mark Russell, con ilustraciones de Mike Feehan, que en Huyamos por la izquierda: Las crónicas del León Melquíades construye un relato complejo y terrible. Un retrato de una de las épocas más terribles de la historia reciente norteamericana (la caza de brujas de Joseph McCarthy), que no escatima en dramatismo como solo puede hacerse cuando el protagonista es un dramaturgo de gran éxito.

Un genio aplaudido por todos pero que pasea por la cuerda floja con el desafío del que sabe que puede hacerlo, consciente de que en cualquier momento puede caer pero sin importarle ya que hay hechos más importantes que su propia fama. Así es este León Melquíades que tiene un poco de Truman Capote y un mucho de Tennesee Williams, dotado de una fina ironía y una fantástica capacidad de supervivencia.

Pero es que Mark Russell y Garth Ennis no se contentan solo con crear dos historias estupendas y adictivas, que ya es mucho, los dos van un paso más allá y consigue conectar lo que están narrando con las historias originales. Lo hacen con mucho acierto, con un gran encaje de bolillos, y consiguen que desde este momento el canon sea ampliado, mejorado y enriquecido como solo pueden hacer los bueno profesionales.

Los personajes de Hanna-Barbera son auténticos clásicos, y los clásicos nunca mueren.

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