Los sacrificadores bien podría llamarse Los cosechadores o El destino final del hijo, también La feria del hedonismo o Dioses en pecado… Muchos y diferentes títulos encajarían a la perfección con la oscura y tenebrosa fábula escrita por Rick Remender con dibujos de Max Fumara y color de Dave McCaig.
Y es que, incluso, podría servir de título “Abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis” como expresó Dante Alighieri en la Divina Comedia. No hay esperanza en este mundo, solo la ficción de ella. Es una tragedia en estado puro donde la alegría y la felicidad están escondidas, si es que llegan a estar.
Inspiraciones en clásicos
En anteriores artículos y diferentes vídeos he comentado el hecho de que los creadores consumimos a otros creadores y este caso no es una excepción. Por aquí y por allá se encuentran claros paralelismo entre Los sacrificadores y otras obras anteriores, algunas de ambientación, otras de temática y otras sencillamente de homenaje por el cariño expresado por sus autores.
Entre todas estas hay tres que me parecen bastante evidentes y es más que entendible que se note la inspiración, consciente o no, en las mismas. Una película y dos cómics, para ser más concretos. La primera es la preciosa fantasía que es Cristal Oscuro y que en 1982 firmaron Jim Henson, Frank Oz y David Odell, seguida de La búsqueda del pájaro del tiempo de Serge Le Tendre y Régis Loisel y finalmente Moonshadow de J.M. DeMatteis y Jon J. Muth.
Diseños icónicos
Por lo general los diseños de los personajes son buenos o no pero en un gran número de ocasiones se pasan por alto ya que son orgánicos y no llaman la atención en el total. Esto mismo sucede en Minions: El origen de Gru con los diferentes villanos que aparecen, lucen estupendos pero encajan tan bien en el conjunto que casi no se aprecia.
No es que en Los sacrificadores no sean coherentes con todo el mundo ideado por Rick Remender y Max Fumara, nada más lejos, pero son tan brillantes, ingeniosos, llamativos y fantasiosos que todos ellos dejan marca. El retrato de los dioses, con su aire de perdición y decadencia, es sensacional pero también lo es el del pueblo llano condenado a llorar y padecer. Unos diseños de personajes fascinantes a los que resulta imposible quitar el ojo de encima.
Un valle de lágrimas
Los sacrificadores es una historia compleja y llena de matices. Un viaje por una tierra corrupta desde sus bases y en el que la única esperanza reside en la falsa esperanza, puede que haya un lugar mejor pero sin duda no es este mundo. Un lugar que puede definirse citando el Salve Regina (himno cristiano que suele ser conocido solo como Salve) cuando en su primera estrofa dice “Gementes et flentes in hac lacrimarum valle” o traducido: “Gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”.
Un tomo que resulta un acierto desde todo punto de vista con unas elecciones artísticas que solo prometen ir a más. Y quizá ese sea el único problema de Los sacrificadores que habrá más, la historia seguirá adelante y deja al lector con hambre por una próxima entrega que todavía está pendiente de ver la luz en nuestro país.
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