Un relato desde el presente que hace viajar al pasado.

¿Quién es en realidad Johnny Storm? ¿Es el superhéroe que forma parte de los celebérrimos Cuatro Fantásticos? ¿O es esa atolondrada estrella mediática que parece tener poco cerebro? ¿Es todo eso? ¿O quizá es alguien diferente? Eso es precisamente lo que intentan responder Evan Dorkin, Sarah Dyer y Benjamin Dewey en Instantánea Marvels: Los 4 fantásticos, y hay que decir que lo consiguen con gran éxito.

Su acercamiento a la Antorcha Humana no se hace a través de una de sus épicas aventuras o de sus increíbles odiseas al lado de su familia, nada de eso. El espíritu de Marvels manda y por ello se viaja hasta la pequeña localidad de Glenville en la que él y su hermana nacieron, un dato que hoy en día no suele comentarse demasiado pero que tuvo su importancia en el pasado. En concreto en los años sesenta del siglo XX, cuando el ardiente joven protagonizó sus propias historias en la cabecera Strange Tales, las cuales han quedado prácticamente olvidadas y no sin razón.

Pero fue en ellas en las que su mitología se expandió luchando con villanos como el excéntrico Pete Pote de Pasta, el Acróbata (disfrazado de Capitán América, antes del regreso de este a las viñetas) o el Mago, que posteriormente se convertiría en un digno enemigo de todo su grupo. El heroico muchacho compartió viñetas con el Hombre de Hielo, La Cosa y Spiderman, con la aparición de su obligada novia adolescente (igual que él) Dorrie Evans, quien daba la impresión de estar más enamorada de Johnny Storm que de la Antorcha Humana.

Quizá el nombre de esta chica no diga nada a los lectores más recientes o menos conocedores de la llamada Era Marvel del cómic, ese momento en el que Jack Kirby y Stan Lee (junto a Steve Ditko) revolucionaron a los superhéroes, pero es de suma importancia en la vida del aventurero, o al menos en su pasado. De esta forma se la introduce en Instantánea Marvels como el faro que guía al barco de la narración, al igual que lo fue Betty Dean en la grapa dedicada a Namor que firmaron con gran talento Alan Brennert y Jerry Ordway.

Pero ella es tan solo la punta del iceberg, ya que gracias a un reportaje televisivo realizado con motivo de década transcurrida desde la graduación de Johnny Storm y sus compañeros del instituto (es decir, tiene 28 años) el lector podrá adentrarse las épocas pretéritas de la Antorcha Humana, ver qué opinan de él sus viejos amigos y qué recuerdos dejó en el pueblo en el que se crio. Un auténtico viaje a la historia antigua de Marvel Comics, lleno de referencias como su “identidad secreta” y otros guiños para el lector veterano que no son de necesaria comprensión para disfrutar de este cómic.

Esta propuesta entronca de forma directa con lo que fue Marvels, que es precisamente lo que pretende esta colección que tiene detrás a Kurt Busiek, guionista original, al expandir y dar más fondo y personalidad a personajes que cualquier habitual tiene por la mano. Si bien hay que decir que, hasta el momento, el nivel no es el logrado por el escritor y Alex Ross en los años noventa del pasado siglo, tampoco es que lo pretenda, ya que la línea abraza su lugar de subproducto, sin que esto signifique nada negativo, y tan solo pretende rendir homenaje a lo que ya se hizo de la única forma que es posible en Marvel Comics, contando nuevas historias.

Instantánea Marvels puede que no pase a la historia, pero lo que sí debería es pasar a vuestras bibliotecas.

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