En contra de lo que los últimos gobiernos de este país parecían pensar, la ciencia es realmente importante. La investigación y avance de la misma, es lo que hará que la sociedad mejore y progrese, por eso hay que cuidarla (igual que a la cultura, tema este que daría para todo un libro) y hacer que esta sea accesible a los ciudadanos.
Desgraciadamente esto no suele ser así, al menos si de forma pública nos referimos, quedando todo en manos de diversos divulgadores que con profesionalidad llevan a cabo esta labor de gran importancia. Todavía más en un momento en el que hay tantos negacionistas, defensores de la homeopatía y adoradores de las pseudociencias que con sus palabras suelen logran más mal que bien, aunque ellos consideren lo contrario.
Hay muchas formas de divulgar y una de ellas es el cómic, como demostró Peter Bagge en Todo el mundo es imbécil menos yo, y también el humor que es precisamente la forma elegida por Tom Gauld para sus tiras que recopila Random House, bajo el sello Salamandra Graphic. De esta forma el historietista se adentra en un mundo que es muy necesario para la sociedad, pero que visto desde fuera puede ser, en ocasiones, algo absurdo e incluso loco.
Sus viñetas están llenas de ingenio, de sátira y de respeto, convirtiéndose en una de esas lecturas obligadas de este año y, muy seguramente, en una de las más divertidas. No deja títere con cabeza, y según avanzan las páginas las risas van en aumento, hasta llegar al final del tomo con el deseo de una nueva entrega de estas desternillantes historias.
Podéis fiaros o no de mis palabras, estáis en vuestro derecho, pero cuando este volumen viene avalado por los nombres de Neil Gaimany William Gibson, entonces toda duda al respecto debería dejar de existir. Así que podéis no hacerme caso, no pasa nada, pero ni se os ocurra ignorarles a ellos.
El departamento de teorías alucinantes de Tom Gauld es, sencillamente, genial.
