¿Quiénes eran Peter Pan y Alicia antes de ser Peter Pan y Alicia?

La literatura ha dado forma a personajes maravillosos e inolvidables, y sin lugar a dudas Alicia y Peter Pan ocupan dos de los primeros lugares en lo que a popularidad y cariño por parte del público se refiere. Si bien, y esto es importante, en muchas ocasiones tal popularidad y cariño vienen dados por las adaptaciones realizadas por Walt Disney, lo que hace que una gran parte del público tenga una idea bastante alejada de la real sobre estos fantásticos niños.

Por supuesto ha habido más traslaciones a la pequeña y gran pantalla de sus historias, quizá podría destacarse Hook (El capitán Garfio), otra que se desvía mucho del clásico, en el caso de la creación de James Barrie o la versión de Alicia en el país de las maravillas que firmaron Tim Burton y Linda Wooverton (de nuevo de Walt Disney); además de las que ahondan en el cómo llegaron a ser quiénes fueron, como en Pan: Viaje a Nunca Jamás, que dirigió Joe Wright con los papeles protagónicos dados a Levi Miller y Garrett Hedlund, como un Peter y un Garfio que eran amigos antes de ser enemigos.

El problema con gran parte de estas recreaciones audiovisuales es que en general ignoran un gran número de detalles referentes a ambos muchachos, Peter y Alicia, de su entorno y su realidad familiar. Por ejemplo, no hace falta idear una historia sobre cómo Peter Pan llegó a serlo ya que el propio James Barrie explicó su pasado y sus circunstancias en The Little White Bird en 1902, recontado más tarde en la obra teatral de 1904 Peter Pan; or, the Boy Who Wouldn’t Grow Up y su posterior novelización (que, desde ya mismo, os recomiendo leer).

En el caso de Alicia es cierto que no hay tanto trasfondo, la base es la de una niña que persiguiendo a un curioso animalillo llega hasta un lugar increíble y maravilloso, repitiendo posteriormente la aventura en un segundo libro y quedando por siempre la duda de si fue algo real o tan solo una fantasía. Lo que sí es cierto es que la joven tiene una hermana mayor, la misma que la despertará y traerá de vuelta al mundo real aunque suele ser olvidada en muchas adaptaciones.

Estos hechos tampoco están presentes en Érase una vez…, nueva reinterpretación que pretende explorar los orígenes de Alicia y Peter Pan a través del guion de Marissa Kate Goodhill con la dirección de Brenda Chapman. Esta última es bien conocida por su trabajo como realizadora (y escritora) en El príncipe de Egipto y en la recomendable Brave (Indomable), aunque en esta última habría mucho por contar así que os remito al libro ¡Hasta el infinito y más allá! Pixar a través de sus películas.

Ambas profesionales se aventuran a través de un producto que camina entre el drama familiar y la aventura infantil, salpicado todo ello de esa fantástica ambientación que es la época Victoriana en la que convivieron personajes tan llamativos como las hermanas Brontë, Charles Dickens, Oscar Wilde y el mismísimo Jack el destripador. Un momento temporal que siempre resulta atractivo al espectador actual, y por el que Hollywood se ha decantado en muchas ocasiones por lo efectista del mismo.

Durante su metraje el espectador se encontrará frente a frente con los jóvenes Peter y Alicia, que sufrirán la inesperada pérdida de su hermano mayor, David, lo que hará que deban replantearse su vida, su existencia y quiénes quieren ser. Tal tragedia afecta de forma inevitable a sus dos padres, cayendo cada uno de ellos en sus propios pecados, demostrando algo que todos los adultos ya sabemos, que nuestro mundo no es en blanco y negro, que los buenos pueden ser malos y que en ocasiones los villanos no lo son tanto.

La película cumple y entretiene, pero quizá su mayor aliciente es también su mayor flaqueza. Es decir que el hecho de querer ser una historia de orígenes de estos dos personajes, al punto de llegar a meter con calzador referencias por doquier, incluyendo el hecho de que el niño que fallece se llama David que es el mismo nombre del hermano mayor de James Barrie (que murió cuando él contaba solo con seis años), debilita la historia más que la fortalece. Es más, esta podría funcionar perfectamente sin todo ello, con tan solo uno o dos cambios en su argumento y dando lugar a una propuesta con identidad propia pero, esto es así, comercialmente menos atractiva.

Este filme es una dicotomía, con dos caras que conforman la misma moneda. Por un lado parece dirigirse a los amantes de Alicia y Peter Pan que muy posiblemente terminen hastiados del incesante recordatorio de quiénes son sus protagonistas, pero en cambio es probable que resulte un producto mucho más atractivo para los que conocen a los personajes solo de oídas o a través de las adaptaciones de Walt Disney.

Al final, como sucede con cualquier expresión cultural y artística, es el consumidor el que decide. El que se sienta en la butaca y se deja llevar al apagarse las luces, más allá de lo que los críticos y los comentaristas podamos decir, ya que cada libro, cada película y cada canción cuenta algo distinto según quién lea, vea o escuche.

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