Jack Kirby se lanza al mundo del terror en las páginas de DC Comics.

No puede negarse que las carreras profesionales de Stan Lee y Jack Kirby fueron largas y eclécticas hasta decir basta, pero también es cierto que el momento de mayor refulgencia de ambos talentos fue cuando entrelazaron sus caminos para trabajar juntos. La mezcla de ideas y puesta en escena consecuencia de sus habilidades revolucionaron para siempre el mundo del cómic de superhéroes, además de dejar una marca imborrable en toda la industria del noveno arte.

Hoy en día esto es algo más que comprobable por el éxito de Marvel Studios y la gran cantidad de personajes, conceptos e historias salidas de sus mentes que todavía hoy siguen funcionando. Se puede citar como ejemplo que en la tercera entrega de las aventuras del Hombre Hormiga el villano vaya a ser el conquistador temporal Kang, aparecido por primera vez en 1964 (aunque como Rama-Tut lo hizo en 1963), o las diversas apariciones que uno y otro autor han tenido en las viñetas (bien siendo ellos mismos o avatares de El que está por encima de Todo) además de en diversos productos audiovisuales como la serie televisiva El increíble Hulk, entre otros.

Pero más allá de sus colaboraciones y el nacimiento de la Era Marvel del cómic, ambos tuvieron una carrera posterior, que en el caso de Jack Kirby fue igual de fantástica y fructífera en lo que a creación desbocada se refiere. Tras dejar Marvel Comics empezó a trabajar, era evidente, para DC Comics dando a luz a la saga mitofantástica del Cuarto Mundo pero además dejando por el camino una buena cantidad de nuevas propuestas que pasarían a ser parte del canon de esa editorial.

Etrigan, el demonio bienhechor (no siempre) fue una de las ideas salidas de su mente, aunque no debía haber sido así. El dibujante tan solo quería ocuparse de labores de edición e idear una nueva serie centrada en el terror, pero debían ser otros los que llevaran a cabo la producción. Debido a la petición expresa de DC Comics esto no fue así, y como consecuencia dio lugar a uno de sus trabajos más llamativos y en gran medida se debió al hecho de que no era un genero que le interesara, pero supo salir adelante (¿Alguien lo dudaba?) y ofrecer páginas con la calidad a la que todo lector suyo estaba acostumbrado.

Por desgracia, y esto no escapa a los que somos amantes de Jack Kirby, se nota que el Rey no termina de estar en su ambiente, un lugar muy ecléctico en que se mezclaba la ciencia ficción y la fantasía, y aunque cumple con lo que se espera de él, lo hace a medio gas. Claro está que cuando una locomotora funciona a medio gas, sigue siendo capaz de llevar vagones, pasajeros y toneladas de peso tras de sí. Y Jack Kirby era una auténtica locomotora.

Es por ello que a lo largo de este tomo que recopila todas sus historias al frente de la serie Demon se expande la mitología mágica de DC Comics, no solo por la creación del propio Etrigan y su contraparte humana, Jason Blood, otro tanto por recuperar las figuras artúricas del mago Merlín (a la postre, su medio hermano) y la siempre aviesa Morgana Le Fay o dar vida al joven e inquietante niño brujo llamado Klarion. Todo ello, en apariencia, más allá del canon habitual de la editorial, pero posteriormente recuperado y enriquecido por otros autores como en la espléndida historia Demonios firmada por Paul Dini, Glen Murakami y Bruce Timm que cruza a Batman, Etrigan, Jason Blood y al malvado Ra´s Al Ghul en una lucha metafórica y literal entre el bien y el mal.

La fuerza de Jack Kirby está presente en cada página y cada viñeta, con ese talento innato que le permitía lograr que sus creaciones prácticamente saltaran del papel para electrocutar el cerebro del lector. No duda en beber de clásicos anteriores, como El príncipe Valiente de Harold Foster (del que saca el aspecto visual de Etrigan, como una broma que hoy en día ha quedado relegada al olvido) o de los exitosos filmes de monstruos de la Universal que por dos décadas conquistaron el cine con su mundo en blanco y negro. Esto, en ocasiones, es tan solo algo ambiental, con esos perdidos pueblos europeos que tanto le gustaban al dibujante, pero también se ve a través de referencias más que directas como el personaje del inspector Stavic que es un claro sosias del inspector Krogh, al que interpretó Lionel Atwill en El hijo de Frankenstein.

Es cierto que Demon no es la mejor de las series creadas por Jack Kirby, y que en ocasiones puede hacerse algo tediosa, pero en todo momento está salpicada por esa mente desbordante de imaginación y el saber hacer único del autor. Un autor que no le tenía miedo a nada, ni siquiera al propio miedo y que no dudó en adentrarse en ese género logrando crear en el mismo personajes inmortales como solo él sabía hacer.

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