Cuando pienso en el gólem dos recuerdos muy concretos vienen a mi mente. El primero es un libro, del que me temo que no recuerdo el nombre, que leí en el colegio cuyo protagonista creaba uno de estos seres a su imagen y semejanza. Y recuerdo la palabra Emet que en el relato era importante y se aclaraba que la misma significa en hebreo “Verdad”.
Un clásico de 1920
El segundo recuerdo es la película de 1920. Un auténtico clásico del cine mudo en su vertiente más fantástica, una obra de Paul Wegener y Carl Boese escrita por el primero junto a Henrik Galeen en que se recoge este mito para la gran pantalla con un diseño del quimérico ser que todavía hoy en día sigue siendo carne de merchandising tanto en camisetas como en figuras de acción. Y una obra con la que no puedo evitar ver por aquí y por allá paralelismos con la que firman para Cósmica Editorial Manfred Salmon y Paco Zarzo, con Jorge Salón como asistente de color.
Entre la realidad y la leyenda
En su caso lo que narran en Emet, y como reza la sinopsis, es una mezcla entre “Historia y leyenda. Lealtad y redención. Conocimiento y oscuridad. En los rincones sombríos de la Segunda Guerra Mundial, ciencia y mitología se entrelazan.”. Una ambientación real en la que lo fantástico puede suceder. No hay que olvidar que los nazis tenían un interés más que casual en todo lo relacionado con las reliquias y el mundo supranatural, lo que puede dar lugar a muchas historias (incluso inspiradas en hechos reales como la desternillante Una tarde con Himmler).
Salmon y Manfred presentan una historia que viaja entre la realidad y la ficción, un juego de leyendas y hechos, como la referencia al Rabino Loew (quien existió de verdad) y su vinculación con la creación de un gólem (que hasta lo que sabe es una fábula) que conforman una aventura entretenida y divertida. Su uso del gólem como reflejo de nosotros mismos es acertado, al igual que lo es la utilización de otros monstruos para mostrar algo que ya sabemos, pero que conviene recordar siempre, hay monstruos peores y no lo aparentan. De esos es de los que debe tenerse más cuidado.
La influencia de Mike Mignola
Se nota una clara influencia, tanto en el guion como en la parte gráfica, del mundo de Hellboy creado por Mike Mignola. Los autores no pretenden esconderlo, tampoco tendría sentido hacerlo, y es que resulta evidente tanto que bien podría aparecer Hellboy en un momento dado de la trama. Y es así, aunque de una forma tan fugaz y tan bien escondida que puede que a más de uno se le despiste.
Emet es un tebeo entretenido que cumple con lo que pretende, aunque es cierto que al terminar de leer queda una sensación algo extraña en el aire, como si solo fuera parte de una historia mayor y todavía hubiera más por contar. Puede que sea así, solo el tiempo dirá si hay un nuevo volumen, a fin de cuentas el gólem es inmortal y solo duerme hasta que su fuerza y poder sean de nuevo reclamados.
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