Habitualmente cuando uno piensa en acudir a una feria, es imposible no asumir que será un sitio ruidoso, lleno de gente hablando a un volumen de voz elevado, y en general un lugar bastante festivo (uso el término de forma muy laxa).
Bien, esto no es cierto siempre, claro, y menos todavía en Feriarte, la Feria de arte y antigüedades de Madrid. Allí era más bien lo contrario, un remanso de paz en el que se podía pasear tranquilamente entre los distintos puestos, para disfrutar de la muestra de materiales que los anticuarios tenían preparados para nosotros.
En esta trigésimo octava edición, que podéis visitar hasta mañana (23 de noviembre de 2014) podía uno perderse tranquilamente entre la cultura clásica o la egipcia, para pasar al mundo de las arte decorativas a través de tapices y platería, por supuesto viejos relojes que nos transportan a un maravilloso pasado solo con escuchar el movimiento de su interior, sin dejar de lado piezas de Art Nouveau y Art Decó.
Aunque lo que quizá más llame la atención al visitante casual sea la subasta benéfica, y sin duda las catas de vinos con nombres de conocidas bodegas como Marqués de Cáceres, Vini Miris o González Byass. Además de la elegancia hecha coche, en la pequeña (pero deliciosa) exhibición de vehículos para coleccionistas.
