Héroes. Villanos. Ciudadanos.

Hace poco llegaba a las tiendas el primer número de Marvel, serie que recoge la idea primigenia de Marvels antes de que el guionista Kurt Busiek entrara en juego. Es decir, una colección de historias antológicas sobre diferentes personajes de la editorial como Los Vengadores o la Viuda Negra, para profundizar en quiénes son y narrar una aventura en la que ellos sean los protagonistas, así de simple y de sencillo.

Eso era lo que pretendía Alex Ross en un comienzo, pero tal propuesta nunca llegó a cuajar del todo, le faltaba un toque especial y el proyecto evolucionó hasta otros lugares, algo que todo lector debe agradecer ya que por ello existe la prestigiosa Marvels. Pero de igual forma todo lector ha tenido siempre la duda sobre ese otro cómic que jamás llegó a existir y sobre cómo habría sido, y ahora es el momento de que se respondan las preguntas al respecto y quedar así saciados.

El primer número de Marvel es, en buena lógica, Marvel en estado puro. Un variopinto grupo de autores (Darnall, Saini, Espinosa, Rude y Legge, además de los propios Ross y Busiek) se adentran en las vidas y obras de los populares personajes de la autoproclamada Casa de las ideas, en concreto de Spiderman y Los Vengadores (a pesar de la portada, la Antorcha Humana original no aparece en ningún momento), para desplegar la magia que solo ellos saben hacer y que tantas décadas de satisfacciones ha proporcionado (además de pingües beneficios).

Son viñetas llenas de vida y movimiento, un viaje por el pasado que hace entender mejor el presente (y quizá el futuro), tan solo unas pocas páginas de diversión y héroes luchando contra demonios, externos e internos.

¿Acaso no es esa la quintaesencia de Marvel?

Pero otro tanto lo es el hecho de suceder en el mundo real (uso el término de forma laxa), en ciudades que existían en oposición a las ficticias urbes de DC (Nueva York vs Gotham). Lugares que estaban poblados por ciudadanos e inocentes atrapados en medio de conflictos de héroes y villanos, en ocasiones eran sus amigos y familiares sin saberlo, vecinos iguales a los que todos tenemos en nuestro bloque de pisos.

En parte eso fue lo que hizo grande a Marvel y también lo que logró que Marvels se convirtiera en esa excepcional obra, el hombre de la calle. Gente normal que simplemente está allí, como Phil Sheldon, o Kerry y Jay que protagonizan el número de Instantánea Marvels dedicado a Los Vengadores.

Dos personas cuyo trabajo es ayudar a los otros que se ven inmersas en la lucha entre el grupo de héroes y el temible Ronin Rojo, lo que provocará que entren en uno de los muchos refugios ciudadanos que hay en la ciudad para mantenerse a salvo. Mientras tanto, según el tiempo pasa y los justicieros cumplen con su cometido, recuerdan otros momentos en los que en el día a día se han topado con ellos (incluyendo la gran historia que es La trilogía de Nefaria, una de mis predilectas desde niño) y cómo esto ha influido de una u otra forma en su vida.

De esta manera se recupera, una vez más y así en cada número de esta colección, la idea de mostrar estas historias a través de individuos iguales a cualquiera, iguales a nosotros, algo que ya estaba ahí desde un comienzo, ¿o acaso no fue Flash Thompson el que disfrazado de Spiderman se cruzó con el Doctor Muerte? ¿No felicitaron unos obreros a la Patrulla-X original por salvar sus vidas? ¿O no charlaron Reed Richards y su grupo con unos niños que jugaban a ser ellos en la calle?

Esa es la esencia de Marvels.

Esa es la esencia de Marvel.

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