Cecil Court por la noche. Fotografías de Doc Pastor
Paseas por Picadilly y subes por una calle. Te vas fijando en los llamativos carteles, los anuncios de obras teatrales, la multitud de personas que te encuentras y lo fantástico de su variedad cultural. Tus pasos siguen hacia delante, quizá camino de Leicester Square, una preciosa plaza que merece la pena visitar, cerca está la National Portrait Gallery, pero de pronto algo capta tu atención…
Es una calle muy pequeña, de hecho es casi más un pasadizo que transcurre entre otras dos. Te giras a un lado y ves una tienda con trajes, chalecos y pajaritas. Un poco más adelante otra con viejos cuentos infantiles y más allá logras ver que tras un enorme escaparate de cristal hay tres amigos brindando con champán en lo que parece un lugar especializado en mapas del mundo.
Levantas la vista y ves que estás en Cecil Court. Es extraño que en tus viajes a Londres nadie te haya hablado de este rincón, más todavía lo es el que te resulte tan familiar, y de pronto algo hace que te des cuenta y exclames para tus adentros “¡Es el Callejón Diagon de Harry Potter! ¡El de las películas!”. Es cierto, pero realmente eso no deja de ser algo puramente anecdótico y de hecho no ves ninguna referencia a ello cuando paseas por entre sus tiendas.
Una callejón lleno de historia
Quizá la mejor forma de definir a este emplazamiento sea el de “una isla”, así se refirió al menos Laurence Worms, de la Antiquarian Booksellers Association, al hablar de ella. Y tenía toda la razón, es un pequeño oasis de paz y cultura en medio del tumultuoso Londres actual. Un rincón por el que parece que no ha pasado el tiempo desde hace décadas y en el que no es raro que puedas leer tranquilamente una edición de 1910 de la Alicia de Charles Lutwidge Dodgson, o Lewis Carroll, como lo conocemos de forma inmortal. Las referencias a este personaje son casi una constante, encontrando recreaciones de algunos pasajes en algún escaparate, ilustraciones que imitan el fluido trazo de John Tenniel e incluso un negocio que directamente lleva por nombre el título de la segunda aventura, Alice Through the Looking Glass.
Una pequeña calle peatonal llena de lo que en nuestro país llamaríamos tiendas de viejo. Esos lugares que toda ciudad tiene en los que puedes encontrar desde periódicos atrasados a cuentos de valor icunable, o partituras que han pasado por el Carnegie Hall. Travis & Emery Music Bookshop es la tienda que te sorprenderá si te gusta la música, puede que tengas suerte y una pareja de amables ancianos entonen un precioso cántico siguiendo alguno de los muchos libretos que allí hay.
Libros, libros por todas partes
Pero si prefieres otro tipo de arte más visual o con viñetas, no puedes dejar de pasar por David Drummond at Pleasures of Past Times. Es posible que no te encuentres con David Drummond, un señor ya de cierta edad, pero sí con uno de sus hijos y si se lo pides con amabilidad no tendrá problema en dejarte hacer una o dos fotos dentro de su local, que bien podría ser un baúl del tesoro. Allí podrás pasarte largo tiempo buscando entre sus paredes buscando fotos, revistas de cine, materiales ya perdidos para otros, e incluso algunos viejos juguetes de Doctor Who que casi han sido olvidados por el mundo.
Aunque si te gusta esa veterana serie británica lo más llamativo lo encontrarás en Marchpane, allí está uno de los Daleks de Edwin Hall de 1965, todavía funcional, que fueron muy populares en esa década y la siguiente en las calles de Londres. Pero además lo estarás viendo en un lugar especializado en cuentos infantiles y versiones ilustradas de la Alicia de Carroll.
Todo esto, y más, en un pequeño callejón que no llega a los treinta números.
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