Ser patriota es defender aquello que te hace sentir orgulloso pero también es ser consciente de lo que no funciona y querer cambiarlo.

Si hoy en España hablas de patriotismo es más que probable que alguien automáticamente te diga que eres un fascista y es que vivimos en un país que parece haber asumido que amar a este es algo malo, algo que en esta sociedad de blancos y negros te posiciona a un lado del marcador. Claro está que depende de en qué bando se considere cada uno puede ser un lado bueno o malo, pero ese es el problema de los bandos que siempre buscan un contrario al que considerar el enemigo.

Es más fácil así, si tienes un enemigo a abatir al que además colgarle todos los problemas que consideres, sean o no culpa suya… En fin, lo que decía, una sociedad de blanco y negro. No es ese el tema, al menos no hoy. Hoy es el patriotismo.

Hace tiempo charlaba con un amigo sobre todo esto y le comentaba que me apenaba ver que aquí parecía que decir que odias al país o que no te sientes parte del mismo es algo cool, algo guay y una postura atractiva y aceptada (muy popular en redes sociales), le dije que veía con envidia que por ejemplo en Estados Unidos parecía ser todo lo contrario. Le cité un comentario en un cómic en el que Flecha Verde dice a sus compañeros de la Liga de la Justicia que él también sangra en rojo, blanco y azul (los colores de su bandera) pero que lo hace en otros tonos. Me parece una forma estupenda de decirlo y definirlo.

Mi colega me dijo que en su opinión sí había ese amor pero que mientras decir que amas a España se considera, sin motivo real, algo de fascistas (ese término siempre presente en Twitter y que hace aparición cada dos por tres), no pasaba así con las comunidades autónomas. Es decir que muchas personas mantienen ese amor pero circunscrito a su comunidad, como puede ser Aragón, Castilla y León o Cataluña (allí en ocasiones rozando el absurdo, pero el que viva, o haya vivido como es mi caso, ya sabe cómo es y no voy a entrar en ello).

Creo que ese amigo tenía razón. Es habitual ver muestras de devoción hacia la cultura de la comunidad autónoma propia y, por desgracia, en muchas ocasiones burlas hacia la de fuera. Y volvemos de nuevo al punto de partida, muestras de devoción y respeto pero no hacia todo el país como si en realidad tal comunidad o tal persona no fueran del mismo, y un país lo conforma todo lo que hay en él.

Todo. Lo bueno, lo malo, lo que nos gusta y lo que no, lo que funciona y lo que está estropeado. Y puede amarse y estar orgulloso de ello. ¿De verdad es extraño que me alegre ser parte de un lugar que ha dado a Pedro Duque, a José Zorrilla, a Aurora Beltrán, a Carlos Pacheco, a Mabel Lozano…? Alguno dirá que sí, pero que también ha tenido una guerra civil con los dos bandos (no uno solo) haciendo barbaridades, con una dictadura… Es cierto, todo eso también está. Lo dicho, lo bueno y lo malo.

Pero ser patriota no es solo quedarse con lo que le apetece a uno y menos todavía criticar o criminalizar al que no piensa igual, algo que por desgracia es cada vez más común sin importar si el que lo hace es de derechas o de izquierdas. Ser patriota es defender aquello que te hace sentir orgulloso y sonreír, pero también es ser consciente de lo malo, de lo que no funciona y querer cambiarlo. Hay que aprender del pasado pero también del presente, de los amigos y de los que no piensan igual.

No hay un forma perfecta compartida por todos de ser país, pero hay un país imperfecto que es compartido por todos. Un país que se ha conformado según es tras siglos y siglos de convivencia de muchas culturas, muchas fiestas y muchas formas de entender la vida. ¿Hay que quedarse solo con una? No tiene sentido alguno.

Recuerdo una vez que un conocido catalán que se consideraba independentista (si lo era por moda o por creencia es algo que todavía no tengo seguro) me comentó que él no se sentía español, que para él España era Sevilla, los Morancos, el fascismo y ser un retrógrado. Me sorprendió su visión tan parcial y llena de prejuicios, tristemente allí no era algo extraño y por desgracia es algo cada vez más y más extendido. Lo dicho, blanco y negro, bandos y más bandos. Absurdo.

Alguien que es patriota quiere a su país y aquí tenemos muchos motivos para hacerlo, pero no finge que todo está bien o busca una solución a través de culpar a otros (lo que suele suceder de forma invariable en los nacionalismos). Un ejemplo para mí sería la serie El Ministerio del Tiempo, ya que en todos sus episodios habla de España de sus hitos y sus grandes figuras (el capítulo con Cervantes y Lope de Vega es magnífico), pero mientras muestra las luces no duda en hacer lo mismo con las sombras.

Hubo, y hay, cosas malas y fallos en nuestro país y precisamente el mostrar preocupación por ello y querer que se mejore, querer que se aprenda de los errores, querer que cada vez este sea un sitio mejor dejando atrás el pasado en lugar de querer repetirlo, eso es ser patriota. Lo otro no lo es, lo otro es bandismo puro y duro, buscar enfrentamiento en vez de querer encontrar soluciones, provocar conflictos en vez de intentar apagar incendios.

Un país es todo lo que tiene dentro, todas las personas con sus diferentes experiencias vitales, con sus conocimientos, con sus victorias y sus derrotas. Pretender que no sea así, intentar imponer solo una visión de la historia y los hechos (algo que, por desgracia para todos, varios partidos políticos de distintas ideologías intentan hacer desde hace años), considerar que tu vecino es tu enemigo solo por no compartir todos tus puntos de vista, pretender que tan solo existe una forma correcta de hacer país…

Aunque sea un lugar común creo que la mejor forma de terminar estas letras es con la conocida frase de John F. Kennedy (realmente de Ted Sorensen): “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”.

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