Carlitos y Snoopy en el especial de Navidad de El show de Snoopy. Créditos: Apple TV +

Carlitos y Snoopy en el especial de Navidad de El show de Snoopy. Créditos: Apple TV +

Es cierto, muchas películas de Navidad parecen ser casi la misma. ¿Y qué? Nos encanta que sea así. Bonitas, tiernas y mágicas.

Aunque el día de Navidad ha pasado en España siguen adelante las celebraciones. El Año Nuevo ha llegado, hoy es día 2 de enero del 2025, y todavía queda la noche del 5 y el despertar del 6 para aquellos que reciban en su casa a los Reyes Magos (no así en esta, aquí llega Navidoso, el alegre troll de la Navidad, en Nochebuena).

Hay celebraciones muy variadas y de todo tipo, deben respetarse igual que debe respetarse a aquellos que no quieran celebrar. Mi pareja y yo vemos siempre películas navideñas y cada año nos gustan más. Son bonitas, calentitas, totalmente cozy, son como tomar una taza de chocolate caliente con un poco de nata bajo la mantita. Esa es la sensación.

Ebenezer Scrooge en Cuento de Navidad. Créditos: John Leech
Ebenezer Scrooge en Cuento de Navidad. Créditos: John Leech

Clásicos de la Navidad

Podemos hablar de clásicos imprescindibles como Los Teleñecos en Cuento de Navidad, la que personalmente considero la mejor adaptación de las letras de Dickens de todas las que he visto, Qué bello es vivir o Love Actually, entre otras tantas. También estarían todas esas que llegan cada año desde Hallmark con sus pequeños pueblitos, sus adornos, sus luces y esos argumentos totalmente predecibles.

Sí, es verdad. Muchas de estas historias terminan siendo la misma historia. Casi parece que se trate de una enorme película río que fluye y se conecta entre sí. ¿Y qué? Es genial que sea así. Nos encanta que sea así. Seamos sinceros, si no terminasen bien, si no supiéramos que al final la pareja terminará junta, que el negocio familiar se salvará o que el Scrooge de turno se redimirá, entonces no darían ese maravilloso calorcito.

En eso consiste todo. No en saber los pormenores de tal argumento, que aunque se asemejen todos tienen variaciones. Bien puede ser una Navidad que sucede entre los adornos perdidos de un hotel, o con un científico que viaja por el tiempo, o puede que en un pueblo mágico nacido de una fábula (¡y las tres con el mismo actor protagonista!), pero siempre con ese final feliz y ese beso bajo el muérdago.

La redención de Scrooge

Si Cuento de Navidad no narrase la redención de un hombre avaro y solitario no significaría nada. Esa es la clave, ese mostrar que siempre hay esperanza, que siempre hay alegría, que siempre hay tiempo para tomar otra taza de chocolate y poner otro adorno. De vivir, como bien saben los lectores de Dickens en el pasado, en el presente y en el futuro.

En el pasado no para volver a él y hundirse en una nostalgia y un tiempo que no regresará, nada de eso, en el pasado para aprender de sus lecciones y ver el camino recorrido. En el presente pues es donde moramos, donde estamos y hay que disfrutarlo, paladearlo y recordar que no hay tiempo mejor. Y el futuro no para que nos distraiga del ahora, hay que vivir en el futuro con la esperanza de lo que está por venir y que tendremos nuevas y maravillosas experiencias.

Ilustración de Frost, perrito de aventuras. Créditos: Doc Pastor/docpastor.com-Amamos la Cultura Pop
Ilustración de Frost, perrito de aventuras. Créditos: Doc Pastor/docpastor.com-Amamos la Cultura PopPastor

La esencia de la Navidad

Durante muchos, pero muchos, años pensé que no me gustaba la Navidad. No era cierto. Lo que no me gustaba era vivirla con mi familia de origen, con toda su toxicidad y narcisismo, con los momentos pasivo-agresivos, con las medias verdades y las mentiras. Me gustaba ver a mis amigos, hacer regalos, ir a ver belenes… Y por suerte ahora celebro, disfruto, río y vivo la Navidad. La vivo en el pasado, por todas esas que no pude tener de verdad, en el presente, celebrando con mis propias tradiciones, y en el futuro, con ganas de que llegue la próxima y ver qué sorpresa me depara.

La Navidad es muchas cosas. Sí, puede que sea una época de excesos pero también de reflexión y de redención, de pensar sobre quiénes somos y quiénes queremos ser, sobre nuestra vida y sobre qué vendrá. Si algo hemos aprendido gracias a todas esas películas, e infinidad de relatos como los que cada año vive Frost, perrito de aventuras, es que todos tenemos derechos a tener nuestra especial, única y propia Navidad.

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