Portada de El solar de Alfonso López, editado por La Cúpula

Portada de El solar de Alfonso López, editado por La Cúpula

Una historia divertida y reflexiva sobre la España de la post guerra.

Alfonso López es un autor veterano y como suele decirse la experiencia es un grado, esto es así. Los años de trabajo y de creación a sus espaldas hacen que El solar sea una lectura deliciosa, ingeniosa, con cierta mala uva y que a pesar de su retrato real y descarnado de la España de la post guerra cae sola, las páginas se devoran una tras otra con el deseo de que no llegue el final, de que la historia siga adelante. En cierta forma es así, el tomo llega a su desenlace pero la vida sigue y en el caso de los dos protagonistas uno sabe cómo.

Esto es así dado que el dibujante usa para sus propios fines a dos conocidas, y muy queridas, creaciones de ese genio que era José Escobar. Sí, padre de Zipi y Zape pero de otros tantos como la doncella Petra y el hambriento Carpanta, dos reflejos de ese país nuestro del pasado que a través del humor y del gag ejercían de cronistas del momento. Leer sus historias es viajar en el tiempo, es ver cómo eran las cosas y, en ocasiones, sorprenderse de la habilidad de Escobar, y sus compañeros de profesión, para esquivar la censura y bordearla con habilidad.

Filosofía y humor

No son ellos, no exactamente. Los nombres son otros pero están ahí, con mucho tino Alfonso López ha sabido condensar su personalidad y sus circunstancias, afilarlas y afinarlas hasta convertirlos en la esencia más pura de los mismos. Esto es algo que con Petra, Petro en este caso, da juego, pero todavía más con Carpanta (término hoy en desuso que hacía referencia al hambre), o Pepe Gazuza quien es el auténtico motor de El solar.

Viñetas de El solar de Alfonso López
Viñetas de El solar de Alfonso López

En las viñetas originales de Escobar (papá Escobar según le llamaban sus personajes) este vagabundo de buen corazón era todo un filósofo, con ideas y planteamientos fascinantes respecto de su vida, experiencias e infortunios, algo a lo que López sabe sacar buen partido llevándolo un paso más allá. No duda de regarle con cierta mala uva y un patente humor lleno de perspicacia y un toque de absurdo, lo que deja entrever su influencia y amor hacia Billy Wilder y los Hermanos Marx (a los que da las gracias en su prólogo, entre otros nombres).

Un relato en ocasiones poético

Esta es una obra que no solo narra una historia, es una obra que roza el cuento en el sentido más puro del mismo y se da la mano con la poética, en ocasiones para hacer reflexionar al lector y romperle en pedazos. Un ejemplo es el momento en que Ganzua dice la solemne frase “¡Ya no quedan fantasmas como los de antes de la guerra!”, comparable a la lanzada por Don Emilio (magistralmente interpretado por Antonio Ferrandis) en ¡Vente a Alemania, Pepe! cuando dice “Se me han muerto todos, hasta los enemigos”.

El solar es un trabajo que debe estar al lado de títulos como El abismo del olvido o El invierno del dibujante (ambos de Paco Roca), tebeos que nos hacen recordar y sentir, que nos llegan al corazón para hacernos reflexionar que quizá cualquier tiempo pasado no fue mejor, que los recuerdos pueden empañarse y que lo único cierto es que mañana será otro día. Quizá no mejor, quizá sí, pero un será otro día.

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Viñeta de El solar de Alfonso López
Viñeta de El solar de Alfonso López

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