El protagonista de Bellas Artes con un miembro de su equipo. Créditos: Movistar Plus

El protagonista de Bellas Artes con un miembro de su equipo. Créditos: Movistar Plus

La segunda temporada de Bellas Artes empieza bien, empieza muy bien.

Bellas Artes ha sido una de las grandes sorpresas de este año (en su momento ya hablamos de la primera temporada). Una serie de Movistar Plus en colaboración con Star (que pertenece a Disney) que narra la llegada a un museo de un nuevo director. En primera instancia esta premisa no hace pensar en una comedia pero lo es, una desternillante además. Desde el primer al último capítulo con un humor muy satírico, en ocasiones sutil, y sin dejar títere con cabeza.

Las ganas de una segunda temporada, y ojalá una tercera, estaban ahí. Un gran número del público se rindió a sus pies y no es descabellado decir que estamos ante una de las mejores series del 2024. Quizá no sea tan popular como otras pero sí ha sabido encontrar a su espectador, que se cuenta por miles, y con el paso del tiempo será una de esas cabeceras que irá creciendo y volverá a ser vista una y otra vez.

Pero claro, cuando una primera temporada es excelente siempre hay dudas sobre qué pasará en la siguiente. Con solo el primer capítulo visto de la segunda temporada de Bellas Artes se puede decir que no hay nada que temer, la calidad, el humor, la buena narrativa, los planos cuidados… todo sigue ahí, el nivel es el mismo y eso es una maravilla.

Suben las apuestas en Bellas Artes

Miento. El nivel es mayor, al menos en este capítulo iniciático. Las apuestas suben un poco más y la sátira descarnada que hace vuelve para terminar de rematar a los títeres a los que ya había descabezado. Empieza fuerte lanzando una crítica a la corrección política y a varios lugares comunes de la actualidad, y lo hace para a los pocos segundos tirarse al cuello de los que intentan sacar partido de ello aunque sea a costar de ponerlas en evidencia.

La clave es el guion

Una vez más la clave de todo es el guion, algo que siempre debería ser así pero no sucede en todas las producciones. Faltos de ardides que puedan distraer al espectador, como grandes espacios o efectos especiales, todo se centra en los diálogos y el absurdo que en muchas ocasiones reina. No un absurdo como la genialidad de los Hermanos Marx, aquí el absurdo es mundano, real y ordinario, está presente en el día a día aunque a veces no se sea consciente de ello.

Bellas Artes en su segunda temporada mantiene el estilo visual y narrativo de la primera, pero también su frugalidad tanto en personajes (aunque sea ligeramente coral) como en escenarios y es que al igual que en Cheers no hacía falta salir del bar aquí tampoco se hace necesario salir del museo, aunque en ocasiones pueda hacerse. Esta ubicación se convierte en su propio microcosmos, con sus normas, reglas y lugares comunes.

El arte y la comedia se unen en Bellas Artes. Créditos: Movistar Plus
El arte y la comedia se unen en Bellas Artes. Créditos: Movistar Plus

El talento de Oscar Martínez

Y Oscar Martínez, claro. Este actor argentino (al que has de ver en El cuento de las comadrejas) da vida a Antonio Dumas el actual director del museo, que empezó su andadura en el mismo en la temporada previa, que como suele decirse (o al menos se decía) está de vuelto de todo y se las sabe todas. Es artero, ingenioso e inteligente hasta decir basta, con una ironía a flor de piel y una cierta mala uva que sabe manejar muy bien.

No es que se ría de nadie, de convicciones o de hechos, pero sí que está harto de varios temas, de situaciones y se las ha visto de todos los colores. No duda en hacer lo mejor para el museo aunque esto vaya en contra de sus propias ideas pero como deja claro este primer episodio de la segunda temporada siempre tiene un as bajo la manga. Y si no lo tiene no pasa nada, su rápida y ágil mente sabrá hacerse uno propio.

Bellas Artes deja con ganas de más

La segunda temporada de Bellas Artes empieza bien, empieza muy bien. Este primer capítulo deja con ganas de más, hace que se quiera seguir avanzando y devorarla entera del tirón, aunque por otro lado es una producción que pide calma y sosiego. Es mejor dejar pasar un día o dos para que haga poso y así poder disfrutar del siguiente de forma plena. Y es que lo merece.

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