Los clásicos lo son por algo. Los clásicos inmortales lo son por algo. Hay historias, personajes y autores que siempre están ahí y es por algo. Si hablamos, como es el caso, de Jonathan Swift y su Gulliver es debido a varios puntos. El primero y más conocido es la fantasía desbordante del relato, casi siempre reducido a su estancia en Brobdingnag y Liliput, también es por lo divertido de la obra y la muy evidente crítica social y política existente en la misma.
Conviene recordar que aunque de forma general se conozca a este libro simplemente como Los viajes de Gulliver su título original, traducido, sería Viajes a distintas naciones remotas del mundo, en cuatro partes. Por Lemuel Gulliver, primero cirujano y luego capitán de diferentes barcos. En su adaptación a viñetas Bertrand Galic y Paul Echegoyen han retratado los otros viajes de Gulliver, los menos conocidos entre la isla flotante de Laputa y japón, hasta su regreso a su Inglaterra natal (que sería la parte tercera de sus periplos). Lo han hecho con cariño, honradez, un gran respeto por la obra original y eligiendo con acierto qué mostrar y qué no.
Crítica y sátira política
A fin de cuentas esto es una adaptación y el original sigue existiendo para cualquiera que quiera leerlo, por lo que es perdonable que en ocasiones la narración no sea todo lo fluida que podría dado que hay demasiado por contar. Lo que sí se ha mantenido es la crítica política y social puesto que sin ella esta fantasía publicada por primera vez en 1726 no tendría sentido, o sí pero solo como novela ligera de aventuras que es, por desgracia, prácticamente a lo que queda reducida siempre que se lleva a otro medio.
El arte evocador de Paul Echegoyen
Bertrand Galic y Paul Echegoyen han tenido bien cuidado de que no sea así, de que la esencia más pura de Jonathan Swift y Gulliver se mantenga, se respete y esté definida de forma claro. Esto brilla más que nunca en las páginas dedicadas a Lindalino donde se forja una revolución en contra de un gobierno amable pero despótico a fin de cuentas, o las centradas en Lagado en las que no es complicado encontrar visos para con el mundo moderno y muchas de las situaciones que se viven en la actualidad.
Es además en estas láminas donde el arte oscuro y evocador de Paul Echegoyen luce en todo su esplendor a través de unas ilustraciones tan angostas y retorcidas como maravillosas y brillantes. La idea, la plasmación, el color, la geometría… Recuerda todo a una mezcolanza de 1984 y Dark City con un poco de Benoit Peeters y François Schuiten y sus Ciudades Oscuras.
Interesante y atrevida
Los viajes de Gulliver: De Laputa a Japón es una interesante y atrevida adaptación (libre, como bien reza la portada) de la obra cumbre de Jonathan Swift. Una manera de adentrarse en el clásico y, con suerte, despertar las ganas de sumergirse en la obra original.
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