Desde su aparición en 1958 Los Pitufos han gozado de muy buena acogida, por eso tantas décadas después siguen teniendo nuevas aventuras, figuras nuevas cada año, series de televisión y el amor de miles y miles de personas alrededor del mundo. Soy una de ellas, esto es así. Desde niño nunca he dejado de leer sus cómics y de ampliar mi colección, me encantan los Pitufos y no lo oculto. Incluso tengo la suerte de que en alguna ocasión, como en el recién terminado Salón del cómic de Zaragoza, varios de mis lectores me han regalado alguna figura de ellos cuando han acudido a sesiones de firmas de mis libros.
Pero durante años fui muy purista. Solo consideraba auténticos los de Peyo, si él no había estado implicado para mí no lo eran. Por suerte se me pasó, menos mal, y empecé a disfrutar de historias actuales en las que si bien él ya no está sí lo hace su esencia, su estilo, su humor y su, hay que decirlo, mala uva. Los herederos han sabido conservar el sabor y los actuales siguen siendo ellos, no hay sombra alguna que haya oscurecido su legado (salvo las horribles películas de acción real, pero mejor olvidarlas).
Amistad entre niños y Pitufos
Por lo general estos duendecillos prefieren estar al margen de los humanos, así lo dice el Gran Pitufo en Los Pitufos y los niños perdidos, pero en ocasiones se cruzan con ellos. A fin de cuentas así los conocimos, cuando se toparon con Johann y Pirluit en La flauta de seis pitufos, así que de cuando en cuando en sus historias aparecen humanos, más allá del brujo Gárgamel y sus siniestros planes. En esta ocasión los seres mágicos traban amistad y ayudan a un grupo de críos que viven en un orfanato donde son obligados a trabajar en una mina de sal. Por supuesto esto no puede quedar así, los Pitufos son seres justos y no dudan en ayudar a todo el que lo precise.
De esta forma Alain Jost y Thierry Culliford, hijo de Peyo (Pierre Culliford), con dibujo de Miguel Díaz Vizoso y color de Nine Culliford (también hija de Peyo) firman una historia que gustará a todos los seguidores de estos pequeños azules, y muy posiblemente a cualquiera que se acerque a ella. Es bonita, es divertida, es tierna y deja el corazón lleno de calor. Sencillamente, y dicho de forma rápida, es un álbum de Los Pitufos en estado puro.
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