¿Qué es el terror? Quizá esa sea la única pregunta que valga la pena hacerse mientras se recorren las páginas de El Hombre Submarino: Las profundidades, una historia que se aleja por completo de lo que es habitual en general en las viñetas de Marvel Comics y en concreto del tipo de aventuras que suele protagonizar Namor. Aquí no hay un mutante centenario que tenga problemas de ira, que pretenda a Susan Storm o que luche al lado del Capitán América en la Segunda Guerra Mundial, nada de eso está presente y casi ni el mismo Hombre Submarino lo está.
Lo que Peter Milligan propone es un viaje por el corazón del océano, por lo oscuro de un mundo al que no llega el sol, por los rincones de la mente humana en la soledad de sus propios pensamientos. Bebiendo directamente de obras como Moby Dick, Esfera y El corazón de las tinieblas, algo que el autor no pretende ocultar, crea un relato inquietante que te remueve mientras estás leyendo y te hace querer acostarte con la luz encendida.
Namor surge desde el fondo del mar más temible que nunca, más poderoso de lo que jamás ha sido. Es un ser mítico del que se cuentan mil y una leyendas, nadie parece haberle visto en realidad y tampoco lo hará el lector ya que su presencia si bien es constante no es real. No está allí, apenas hace aparición, pero su ser legendario y todas las historias que los marinos conocen sobre él están siempre ahí. Viajan con ellos, les atormentan, les hacen estremecerse al punto de evitar decir su nombre.
Las imágenes que crea Esad Ribic son hermosas a la vez que opresivas, su trazo logra llevarte a los rincones más oscuros del mar, del submarino en el que viajan los protagonistas y al mismísimo terror que causa un Namor del que en realidad no se sabe siquiera si es real. Nosotros lo sabemos, claro está, y eso solo hace que el miedo que sienten ellos sea todavía más palpable. Pueden desafiar su existencia, dudar de ella y de la mismísima Atlantis, pero nosotros sabemos que todo es cierto, que todo está ahí.
Pero con muy buen acierto el ilustrador siempre muestra su presencia, la del príncipe y la de la ciudad, entre brumas, entre luces y sombras, desdibujados siempre por el agua. Son un suspiro, un sueño que se torna en una pesadilla que solo crece según se habla de ella. Ribic consigue transmitir esa sensación de incertidumbre y de duda, crea una atmósfera inquietante que aumenta con el pasar de las viñetas y que casi logra convencer al lector de que en Namor no es más que una criatura del imaginario marino.
El Hombre Submarino: Las profundidades es una de las mejores historias que jamás se han escrito sobre el iracundo regente de Atlantis, y eso que él apenas aparece en un puñado de viñetas. Una lectura obligatoria para todos los que somos fans del personaje y para los amantes de los buenos cómics.