¡Los Invasores! El primer grupo de Marvel Comics está de vuelta.

¡Capitán América!

¡Namor!

¡Antorcha Humana!

Tres nombres de leyenda que nos hacen viajar siempre hasta los orígenes de Marvel Comics, hasta una época que de hecho era anterior a que la popular empresa se llamara así, un regreso al pasado a unos años en los que todo era en blanco y negro; los malos eran muy malos y los buenos eran muy buenos, no había espacio para grises…

¿O sí lo había?

¿El Capitán América no sesgó vidas durante la guerra? ¿La Antorcha Humana no fue un peligro? ¿Acaso Namor no era el enemigo de toda la humanidad?

Sí, todo eso también sucedió y es un fondo que no puede olvidarse cuando hablamos de Los Invasores, pero en este homenaje que es El Capitán América y Los Invasores eso no es relevante, lo son solo los tres héroes y unos caminos que se cruzan por primera vez sin que ellos lo sepan en una nueva y desconocida historia con sabor clásico y un poco de añoranza.

No hay que engañar a nadie, esta aventura es una auténtica carta de amor al pasado y a todo lo que fue la pre Marvel iniciática, la que sentó las bases de la misma muchos años antes de la explosión que provocaron Jack Kirby, Stan Lee y Steve Ditko, aunque el primero de estos ya estaba entonces puesto que fue (junto a Joe Simon) el creador del Capitán América.

Y en estas páginas que salen directamente del corazón de Roy Thomas y Jerry Ordway, nadie mejor que ellos para la tarea, el conocido como el Rey del cómic tiene una breve aparición, al igual que Carl Burgos y Bill Everett, que es lo mismo que decir los padres de los otros dos protagonistas de esta historia; una historia que bien podría ser un cuento, una ensoñación que llega en los momentos más dulces de la noche y un claro recordatorio de quiénes fueron esos primeros héroes que tanto adoramos.

El Capitán América y Los Invasores es una delicia, un regalo para los seguidores de estos personajes, para los admiradores de sus autores y los amantes de los que firman las viñetas actuales, es un aplaudido y rendido homenaje a los que, sin saberlo, empezaron un largo camino que todavía hoy sigue con vida y es que, ya lo dice Julián M. Clemente en su Spot On, “seguimos necesitando a Los Invasores”.

Y ellos siempre estarán ahí

para responder a la llamada.

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