Hay un viejo y muy conocido dicho que reza de la siguiente manera “La grandeza de un héroe se mide por la calidad de sus villanos”, una máxima que tiene un gran sentido en la ficción en general y en el mundo del cómic de superhéroes en particular. ¿O Reed Richards sería quién es de no tener frente a él al Doctor Muerte? ¿Y si Batman no se enfrentara al Joker? ¿O Superman a Lex Luthor? ¿No es Flash mejor luchador del bien por sus habituales conflictos con su galería de enemigos?
Pero además, los villanos son en muchas ocasiones los reflejos oscuros de los héroes. En el caso de los citados Richards y Muerte es más que evidente, no cuesta ver en el uno los actos del otro, sus mentes bien podrían ser la misma y sus acciones en ocasiones no distan tanto (y, seamos sinceros, no siempre es fácil ver al Doctor Muerte como el malo y a Mister Fantástico como el bueno).
Si hablamos de Hulk, que es a lo que íbamos, nos encontramos ante un héroe y villano a su pesar. Un hombre convertido monstruo que puede luchar a favor del bien o en su contra, que en ocasiones es un genio y otras un auténtico patán, puede ser artero y suspicaz y a veces solo es un ser en busca de una paz que no parece posible para él.
Es, en toda regla, un ser cambiante víctima de mutaciones sin fin que son consecuencia de la radiación gamma que lo vio nacer. Esto es algo que viene desde sus primeras apariciones, cuando pasó de ser de color gris al habitual verde (el motivo de esto fue un tema técnico, pero más tarde se asumió como narrativo y cronológico), una idea que posteriormente creció hasta convertirse en uno de los pilares del personaje.
Y, siguiendo al hilo de lo comentado antes, esto mismo sucede con sus enemigos como oscuros reflejos suyos que son, y quizá uno de los que más ha cambiado y evolucionado con el paso de las viñetas ha sido Samuel Sterns, El líder. Un hombre que sufrió en sus carnes otra intoxicación de energía gamma, pero que en su caso provocó un aumento notable de su inteligencia. Si en Hulk la constante es la fuerza, en la suya es el intelecto, un enfrentamiento literal y metafórico en cuatricromía de la fuerza bruta contra el pensamiento cerebral.
La suya es una historia de triunfos (pocos), derrotas (muchas) y tragedias (constante). Esa es la vida de Samuel Sterns, la misma que repasan Al Ewing y Butch Guice en el número 23 de la muy comentada colección El inmortal Hulk, una entrega que permite repasar quién es este villano, de dónde viene y qué le ha movido a lo largo de su existencia, todo ello reinterpretado para encajar con la narración y hechos actuales.
Esto es algo que, será de gran utilidad para el lector recién llegado que se pierde con facilidad ante tantas décadas de mitología, pero que también servirá al veterano para recordarle (y quizá, además llenar algunos huecos) porqué El líder es un enemigo imprescindible del coloso esmeralda.
¿Qué sucederá tras esto? ¿Qué planes bullen en la mente del genio gamma? ¿Un nuevo intento de derrotar a su adversario? ¿Quizá hacerse con el control mundial? ¿O algo completamente distinto? Solo el tiempo y Al Ewing lo dirán.