Las películas biográficas, generalmente llamadas biopics, tienen algo especial. Siempre dejan cierto calor detrás de ellas, algo que en el caso de Klammer: Rozando el límite se antoja casi irónico por la cantidad de nieve, frío y montaña nevada que hay en la misma. Lógico, eso también, al tratarse de una historia que recrea la vida de Franz Klammer, al que interpreta con acierto y pasión Julian Waldner.
¿Franz Klammer? ¿Quién? Esto puede suceder, a fin de cuentas la trama se sitúa en 1976 y este 2023 está a punto de terminar. Klammer es un deportista olímpico nacido en Austria, en concreto en Fresach, en el año 1953 que se convirtió en leyenda en 1976 en los Juegos Olímpicos de Invierno cuando quedó el 1º en la categoría de descenso, precisamente los hechos que Andreas Schmied y Elisabeth Schmied narran en este filme.
Deporte, superación y mucha presión
Una historia que habla de deporte y superación, claro está, pero que va un poco más allá al mostrar todas las presiones a las que están sometidos los deportistas de élite y que, no demasiadas veces, llegan a verse o a saberse. Hoy más que antes, todo sea dicho. Así el joven Klammer no solo intenta dar lo mejor de sí mismo, si no que debe luchar contra las pretensiones de su entrenador, de sus rivales y de los miles y miles de seguidores y admiradores que tenía que esperaban de él una victoria sin igual.
A lo largo del metraje el actor Julian Waldner logra llevar hasta el espectador esa presión que solo va a más, empieza con alegría y poco a poco va cayendo en una espiral de desesperación de la que no sabe salir. Sufrimos con él cuando todos los demás le dicen qué debe hacer y cómo hacerlo, pero también nos liberamos cuando toma sus propias decisiones, vivimos sus alegrías y estallamos en gritos cuando consigue lo que parece imposible.
Klammer: Rozando el límite es una buena muestra de superación humana, de emoción compartida y una película muy recomendable para volver al día a día con una sonrisa en el rostro. Espera, ¿no te interesa el esquí? No te preocupes, a mí tampoco pero que eso no sea óbice para disfrutar de un buen producto.