Esther Ballestero como Bernadette en He venido a hablar de mi libro.

Esther Ballestero como Bernadette en He venido a hablar de mi libro.

He venido a hablar de mi libro nos presenta a Bernadette y su mundo interior.

Zaragoza es una ciudad que hierve con gran actividad cultural. Con una pequeña búsqueda en internet puedes encontrar fácilmente exhibiciones, exposiciones, monólogos, obras de teatro… De gran o de pequeño formato; para mayores y para pequeños, incluso compartiendo el mismo espacio como puede ser el Teatro Arbolé, que, aunque se les suela relacionar con el teatro infantil y de cachiporra, combina diferentes tipos de representaciones. Así, podemos encontrar festivales de teatro (como el Mutea, de teatro amateur), funciones de marionetas (como La ratita presumida) o espectáculos musicales como He venido a hablar de mi libro.

¿De qué trata?

Y es que He venido a hablar de mi libro es una de esas piezas que nos demuestran que no se necesita mucho atrezzo para contar una historia, y que el límite solo es la imaginación. Eso sí, no hay que perder de vista que cuantos menos elementos haya en escena, más atención recaerá en los que sí están.

En esta composición se mezcla el texto hablado, en el que Bernadette, la protagonista, mantiene una conversación unidireccional con el público en la que nos presenta su mundo y sus inquietudes, con canciones de Kurt Weill, que van salpicando toda la representación, interpretadas por el piano en directo de Enrique Escartín y la voz de la protagonista que guía la sesión, Esther Ballestero.

Un vuelo de corto alcance

Y, si bien, precisamente, son las partes musicales las que conectan más con el público a nivel emocional, también hay que decir que no llega todo lo que podría, ya que aparecen para expresar ese mundo más íntimo del personaje pero que en ningún caso se cantan en el idioma vehicular de la función que es el español (sí, en cambio, en alemán, inglés y francés), hecho que crea una falta de cohesión en la obra, rompe el ritmo y saca y desubica al espectador.

Con todo, en la sala se oyeron aplausos e incluso palmas en algún momento, por lo que al público asistente pareció gustarle la representación. Y, al fin y al cabo, de eso se trata.

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