– Vale – Se dijo a sí mismo el perrito de aventuras – Entonces solo me queda mi astucia – justo entre ese pensamiento y el siguiente notó que la tierra vibraba, los granos de arena se movían ligeramente y las dunas empezaban a cambiar.
– ¡Espera! ¡Eso es! – Empezó a saltar y a hacer ruido. Gritaba y casi parecía que bailaba.
¿Ha perdido la cabeza nuestro valiente protagonista? Nada de eso. Pero las vibraciones que notaban eran las mismas que había sentido cuando el gusano le atacó, sabía que si llamaba su atención iría a por él.
¡Así pasó!
Salió de entre el mar de arena, enorme y furioso. ¡Era el mismo con el que se había encontrado antes! Y esta vez no estaba dispuesto a quedarse sin comida.
Se lanzó con fiereza a por Frost, perrito de aventuras, quien los esquivó con bastante habilidad pero el gusano no iba a darse por vencido. Estaba hambriento y este rico cánido tenía pinta de estar jugoso. Así que lo intentó una vez más, con más rapidez y más fuerza, el explorador se quedó parado ante él casi parecía que estuviera muerto de miedo pero no era así. Estaba atento, casi contaba los momentos, de su determinación y habilidad dependía todo.
La boca del gusano estaba cerca pero no lo suficiente. Esperó un poco más, veía esos ojos rojos acercarse y esos temibles dientes avanzar. Un poco más, solo un poco más. Su aliento fétido llegaba hasta él… ¡Ahora!
En el último segundo saltó y se apartó, logró salvar la vida pero no su hatillo. Su comida se había perdido, estaba toda dentro de la tripa del enorme bicho. Justo lo que él había planeado. De pronto cambió, sus ojos rojos se volvieron verdes, sus enormes dientes parecieron desaparecer y en su lugar había una bocas sonriente. Se giró hacia Frost, con rostro culpable, casi como si pidiera disculpas.
– No pasa nada, tenías hambre – dijo esperando que le entendiera – A todos nos pasa. Cuando solucione todo este embrollo te daré a probar el chocolate caliente, seguro que te gusta- No podía estar seguro de que el gusano le entendiera, no del todo, pero se le acercó y con una lengua bastante grande y apestosa le dio un enorme beso.
Aunque el aventurero agradecía este bonito gesto esperaba que no se repitiera, era un poco pringoso. Le acarició la cabeza y le dijo si podía atar alrededor de su cuello la cuerda, que había quitado al hatillo antes de que se lo comiera, para cabalgar en él y llegar hasta la esquiva nube que ahora estaba todavía más lejos.
Con un gruñido y quedándose quieto en tierra le respondió. Así que Frost, una vez más, gracias a su cariño, amabilidad y comprensión, había hecho un inesperado aliado. Ató la cuerda, se montó en su grupa de un salto y emprendieron la persecución de la nube.
Fin de la 2ª parte del capítulo 6º. De nuevo… el gusano.
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Escritor y periodista de amplia trayectoria (AQUÍ, Cinemascomics, Infonegocios…), especializado en Cultura Pop aunque también ha escrito de temáticas muy distintas como política y el mundo de los negocios. Creador del personaje infantil Frost, perrito de aventuras descrito por RTVE como «Un nuevo héroe para los niños». ISNI 0000 0004 4335 5012