Según le contaron eran nómadas en este desierto, lo eran desde antes de que el mundo se secara. – Esta parte es nuestro reino, la arena es nuestro hogar– le explicaron mientras empezaban a empacar para seguir su camino, para avanzar paso a paso en su eterno viaje. Frost, perrito de aventuras, era curioso por naturaleza (¡por eso se había hecho explorador de las estrellas, los planetas y todas las tiendas de chucherías del cosmos!), quería saber más pero le pidieron que esperara.
– ¿Esperar? ¿Hasta cuándo? – su curiosidad estaba a punto de explotar, pero tampoco quería ser maleducado con las personas que le había acogido en su seno.
– Esta noche, solo eso. Nos reuniremos junto al fuego y Sabala hablará, te contará todo lo que quieres saber – El peludo beduino sonrió a su no menos peludo nuevo amigo.
Si bien el intrépido can estaba en ascuas deseando saber más podía esperar unas pocas horas, así que preguntó qué podía hacer y empezó a empacar lo que le iban indicando. Todo debían llevárselo, había que hacer preparativos mientras los granos de arena se filtraban por todas partes mecidos por un suave viente. Desde envolver los alimentos como la fruta, nueces el arroz y la carne, sin olvidarse del labneh, el queso… ¡e incluso berenjenas!. El pequeño aventurero había vivido un sinfín de hazañas, algunas casi increíbles de creer, pero para él cada día era una nueva oportunidad de maravillarse y ahora no podía evitar hacerlo ante una forma de vida tan diferente a la suya.
Partieron al anochecer, durante el día no era buena idea, antes de hacerlo tomaron algo llamado ayran. Era una bebida espumosa refrescante con un toque de menta, por las hojas de la misma que llevaba, que les daría fuerzas antes de emprender el camino que tenían por delante. Todos cogieron diferentes bultos, cargaron sus monturas y empezaron a andar dejando sus huellas entre las dunas mientras el solo empezaba a despedirse a lo lejos.
Frost charló con unos y otros, no era muy habitual que tuvieran visitas y todos querían saber cosas de él. Él, en cambio, estaba más interesado en lo que ellos pudieran contarle, en su forma de vida, en este nuevo y extraño mundo algo que ellos hicieron con gran placer a excepción de la gran historia que debía contar Sabala ante el fuego.
Capítulo 5º, 3ª parte: Un día de calor. Esta historia continuará…
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