Dunia Rodríguez es Darma
El efecto Darma es una estupenda ópera prima. Un debut hecho con elegancia, con cuidado y mucho cariño hacia la gran pantalla.

Por cuestión de tiempo casi me quedo sin ver El efecto Darma y habría sido un error. Me habría perdido una película tierna y elegante, hecha con muy buen gusto, con una fotografía fantástica y una historia que, en cierta manera todos hemos vivido. A fin de cuentas todos nos hemos enamorado, todos hemos perdido a alguien, todos hemos sido jóvenes, todos hemos luchado por nuestros sueños, todos hemos sido las personas que fuimos.

He de reconocer que mi interés por este filme vino dado por una simple curiosidad. Conocía a la actriz protagonista, principalmente por haber trabajado con un amigo mío en un corto anterior, y el trailer me llamó la atención (que, he de decir, en mi opinión no le hace justicia). Nada más que eso. Mi sorpresa fue enorme cuando según avanza el metraje de alguien que dirige su primera película, anteriormente varios cortos, me encuentro ante un gran talento que si tiene un poco de suerte llegará muy lejos.

Una carta de amor al cine

Hay muchas formas de amar y sin duda el cine es un gran campo para ello. El efecto Darma habla de cine, destila cine, le hace el amor y se enorgullece de esa pasión. A lo largo de la película hay referencias por aquí y por allá, como un diálogo de Casablanca o el vestido de Mary Jane de Spider-Man, además de carteles y el hecho de que los protagonistas trabajen en un cine algo que además permite que veamos una sala de proyección desde dentro (lo que es pura magia).

No solo eso, se va un paso más allá puesto que a lo largo de la duración de este título el personaje principal y su camarilla de amigos, por supuesto también la misteriosa y sensual Darma, trabajan juntos en sacar adelante su propio largometraje. Metalenguaje en estado puro que solo dice a voz en grito lo que su director y guionista, J.L. Rojas, ama el medio en el que está expresando sus motivaciones vitales.

Relaciones humanas

Pero más allá de una buena fotografía y un acertado metalenguaje todo debe estar sostenido siempre por un guion, si no es así poco importa. Desde el primer minuto la trama hace que empaticemos con Jon, que sintamos como si fueran nuestros sus sentimientos hacia Darma, que anhelemos ese primer beso que sabemos que llegará pero que parece que no. Y Darma, interpretada por Dunia Rodrígez, es perfecta y humana. Sí, es sensual y tiene un toque de prohibido, es lo que el personaje pide, pero también muestra sus dudas y miedos, hay algo más ahí que nos hace querer saber más de ella y de la vida, posiblemente trágica, que ha tenido.

El efecto Darma es una estupenda ópera prima. Un debut hecho con elegancia, con cuidado y mucho cariño hacia la gran pantalla. El primer peldaño de una carrera que está a punto de despegar y que cuando llegue a su punto álgido podremos decir “Eh, todo empezó con esta película y tuve la suerte de verla cuando se estrenó”.

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