Bluey es una serie de animación infantil que es muy querida y elogiada por varios motivos y por derecho propio. Su éxito se basa en su buenrrollo, su felicidad y humor, su trato de temas en ocasiones complejos y su enfoque lleno de candor y calidez. No hace falta ser niño para disfrutarla, como adulto es un producto muy apreciable debido a su alta calidad y su saber hacer.
Y todo esto está presente en su versión teatral, El show de Bluey, en la que los personajes cobran vida, de forma bastante literal. Con una serie de títeres de gran tamaño, operados por diferentes especialistas, Bluey, su hermana Bingo, y los dos padres de estas se suben encima del escenario en una representación tan tierna como bonita, tan divertida como encantadora.
Como un capítulo largo
La trama es bastante sencilla, como suele ser siempre en los capítulos de Bluey. Las dos hermanas quieren jugar y le quitan a su padre el móvil para que no se distraiga con este artilugio, con eso como excuso da comienzo El show de Bluey que durante 50 minutos no da tregua. Todo es diversión, humor, gags y comedia para todos los públicos.
Sí, los más pequeños de la sala no dejaron de estar con la boca abierta en ningún momento, cantaron, jugaron y se divirtieron de lo lindo. Y otros tantos adultos de los que estábamos allí, y es que la única forma de que no fuera así era por un desafío personal. Por desgracia, y esto pasa, aunque muchos adultos sabemos abrir la mente para disfrutar de un producto infantil, dejarnos llevar por su magia y su risa, hay otros que parecían más empeñados en demostrar lo aburridos que estaban como si fueran… en fin, niños pequeños. No deja de ser irónico.
Temas importantes en El show de Bluey
En ese poco tiempo, apenas una hora, El show de Bluey no solo sabe entretener y divertir, nada de eso. Siguiendo la estela de la serie de animación esta versión de acción real se adentra en temas importantes y complejos como la adicción al teléfono móvil que muchos adultos tienen, incluso en una función teatral es complicado no encontrarse con alguno más empeñado en ver sus notificaciones que en disfrutar del espectáculo, o las dinámicas de las relaciones familiares.
La madre explica a Bluey algo muy importante, que una hermana mayor (es su caso) puede hacer que la pequeña se sienta como un gigante o por el contrario como un ratón, todo depende de qué tipo de hermana se quiera ser. Pero también que a veces las hermanas empiezan a discutir “y se olvidan de parar”, le dice con voz triste y exponiendo sobre el escenario una realidad, la de las problemáticas familiares, que está a la orden del día y, por suerte, poco a poco deja de ser tabú.
Un show para todos
Muchos espectáculos que dicen ser para toda la familia no lo son, no en realidad, pero El show de Bluey sí lo es. Lo es desde su bello comienzo con pájaros volando y sus sombras proyectándose en las paredes del auditorio como tenues y mágicas hadas, al enloquecido final jugando todos los asistentes para que el globo no toque el suelo (un clásico de la serie).
El show de Bluey tiene un amplio abanico de emociones y un montaje cuidado y precioso. Te hace reír, te hace llorar, te hace reflexionar y te hace desear que ojalá todo durase un poco más.
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Escritor y periodista de amplia trayectoria (AQUÍ, Cinemascomics, Infonegocios…), especializado en Cultura Pop aunque también ha escrito de temáticas muy distintas como política y el mundo de los negocios. Creador del personaje infantil Frost, perrito de aventuras descrito por RTVE como «Un nuevo héroe para los niños». ISNI 0000 0004 4335 5012