Hulk es uno de esos personajes extraños que pueblan el universo de Marvel Comics. Sí, todos son extraños pero este lo es más. No solo por le hecho de ser un humano delgaducho que se convierte en una fuerza de la naturaleza, otro tanto es por todo el trasfondo psicológico que tiene y lo en ocasiones estrambótico de sus aventuras. Incluyendo, claro está, el hecho de no morir nunca.
Sé lo que estarás pensando: nadie muere en los cómics. Al menos no de verdad. Es cierto, por lo general cuando tal o cual héroe (villano, secundario…) fallece es cuestión de tiempo que alguien lo recupere y traiga de vuelta a la tierra de los vivos, esto es así. Pero en el caso del coloso esmeralda se va un paso más allá, son varias las historias que han dejado claro que es un ser inmortal que sobrevivirá a todo y a todos. Nada puede terminar con él, es eterno.
Nace, o resucita, el inmortal Hulk
Con esta idea de fondo es con la que nació la serie El inmortal Hulk cuya primera tanda de grapas se recopilan en la línea Marvel Deluxe de Panini con el subtítulo de “La puerta verde”. Y leyéndolo no cuesta entender el motivo por el que esta etapa ha sido tan aplaudida y se ha llevada tan buenas opiniones por parte de aficionados y profesionales. Es, sencillamente, magnífica. No hay otra forma de describirla.
Se suele decir de ella que es una serie de terror, y lo es, pero no desde un comienzo. El horror está ahí pero se va sembrando poco a poco, al principio estamos dentro de una más de tantas aventuras de Hulk con Bruce Banner huyendo, el gigante intentando servir de arma de la justicia y poco a poco el melón se va abriendo. Según avanzan las páginas del tomo, o los números de la cabecera, Al Ewing lleva los derroteros del personaje por un pozo cada vez más y más profundo. No hay salvación, solo caída y abismos.
Trazos salidos de pesadillas
Esto es algo que es aprovechado por el talento de Joe Bennet con un arte pasmoso que llega a erizar el vello del brazo. Su Hulk es imponente, es imparable y es, desde todo punto de vista, aterrador. Al igual que las letras de Ewing sus trazos van creciendo poco a poco, primero con un gigante enorme, como otras tantas veces, y después mostrando una vertiente horrible con una serie de transformaciones Banner/Hulk/Banner dignas del talento de Stan Winston (recuerdan a Un hombre lobo americano en Londres) y momentos visuales atroces que provocan auténtico pavor.
Posiblemente El inmortal Hulk sea la mejor etapa que jamás ha tenido este personaje, superada solo por la magia de Peter David, y una de las mejores propuestas de Marvel Comics de su momento. Un cómic que solo va a más, con apuestas muy arriesgadas y un fantástico acabado.