Una de las mejores cosas de nacer y criarse en Valladolid es que desde pequeños se nos inculca el amor por la cultura, por la cultura de todo tipo. Da igual si hablamos de cine, de libros, de teatro… todo tiene cabida y es algo maravilloso. Claro que es la tierra de José Zorrilla, de Miguel Delibes, de Lola Herrera y de Concha Velasco, entre otros nombres que dejan el listón muy alto, realmente alto para los que trabajamos en ese ámbito.
El sábado todos los vallisoletanos nos vestimos, y seguimos, de luto. Concha Velasco se había ido al siguiente nivel de existencia, nos había dejado, y todos sus admiradores lloramos tal pérdida. Una legión conformada por gente de todas partes, algo lógico dado que hablamos de una actriz maravillosa que ha estado presente a lo largo de la vida de muchas, pero que muchas, personas.
Una actriz inolvidable
Y es que nada se le resistió a lo largo de sus varias décadas de trabajo. Estuvo en el teatro, en la televisión, en las series, en el cine, en la música… Era una Artista, con A mayúscula, todoterreno. Una grande de la actuación que siguió dando guerra casi hasta el final, la interpretación era su pasión y verla las tablas de un teatro era una experiencia deliciosa.
También en la pantalla, claro está. Y en este punto he de recomendar dos de sus trabajos, bastante añejos ya, que personalmente me encantan. El primero es La verbena de la Paloma de 1963 y el segundo Las chicas de la Cruz Roja de dos años antes; de regalo un tercero: su participación en las dos entregas de animación de Canta donde pone su voz al servicio de Nana, la antigua e inflexible cantante de ópera.
Concha Velasco se ha ido, es cierto, pero Concha Velasco siempre permanecerá en el corazón de todos los que la admiramos. No solo eso, Concha Velasco siempre vivirá gracias a las más de 100 producciones en las que participó, y eso contando solo el cine y la televisión. La artista se va, pero el arte permanece.