El jueves me compré El Jueves (curiosa casualidad), el último El Jueves. No, no es cierto, el último El Jueves en su formato semanal. La revista seguirá existiendo como un mensual de 144 páginas, estará la web y por supuesto todos los perfiles en redes sociales de sus colaboradores que, por lo general, suelen ser muy activos.
Pero es un final, el de una era y no puede verse de otra forma.
Ya con la revista en casa me puse a leer de mi forma habitual, empiezo por las historietas que más me gustan como Horario de oficina y Custodia compartida, entre otras, después todo lo demás y dejo para el final Deshechos históricos que me tiene enamorado desde su primera entrega. Iba pasando las páginas y el aroma a un “Hasta pronto, quizá no volvamos a vernos” se colaba entre las viñetas con personajes y autores que se despedían, daban las gracias y deseaban lo mejor a sus compañeros y a sus lectores.
No negaré que se me empañaron los ojos y que paré en varios momentos. Es lógico que me haya afectado, no en vano y de forma literal El Jueves ha estado siempre ahí, ha sido una presencia de fondo y parecía uno de esos pocos reductos que como la aldea de Astérix resistían ahora y siempre al invasor. Al menos hasta esta semana, la última en que llega a las tiendas según lo hemos conocido desde niños.
Recuerdo que empecé a aficionarme cuando vivía en Madrid, cogí la costumbre de pasar por El Corte Inglés que tenía cerca para comprarlo y luego disfrutarlo. No he sido un lector fiel, no quiero mentir, pero nunca he dejado de ser un lector. Unas temporadas lo he comprado cada semana y otras cada varias semanas, pero nunca he dejado de hacerlo y siempre sabiendo que leerlo iba a hacerme reír, reflexionar e incluso en algunas ocasiones informarme de hechos que habían pasado por debajo de mi radar.
Con el paso del tiempo escribí sobre la revista en algún trabajo de la facultad, entrevisté a algunos de su colaboradores como E. Cantero o Rubén Fernández (entrevistas que llegaron a aparecer como contenido en su site), este último además fue prologuista de mi primer libro. Más tarde conocí a la fantástica Mayte Quílez, quien estuvo más que predispuesta para participar en A Puerta Abierta, Guille Martínez-Vela aceptó ser uno de los invitados en uno de los especiales que hicimos en el show Los tres amigos, Pedro Vera estuvo en el documental Creadores de trazos…
La lista seguiría y es que además de estupendos profesionales, muy arteros y en ocasiones maliciosos, la gente de El Jueves siempre ha estado ahí para todo el que quisiera hablar con ellos, para unirse a cualquier sarao e incluso para dibujar su propia versión de Frost, perrito de aventuras como hizo Ricardo Peregrina. Supongo que de forma sencilla es que El Jueves ha estado ahí muchos años, siempre y sin falta, ha sido una presencia constante en la vida de todos ya fueran o no lectores.
No dudo, por desgracia no lo dudo, que muchos se alegrarán de este cambio, de este final de temporada, en gran medida (o únicamente) por sus propios prejuicios y odio. Es una lástima. Las dos cosas lo son, que ellos odien y que El Jueves deje de ser semanal.
Hasta pronto Moncloa Palace, hasta pronto Pablo Arkada, hasta pronto El Jueves semanal. Vaya viaje, con muchas curvas. Final de temporada, sin duda, pero con ganas espero ver qué está por llegar.
No es un adiós, es un hasta pronto.
Muchas gracias por tu escrito. Y sí, que sea un hasta pronto. A mí estos 27 años que he estado colaborando con El Jueves, me dejan ganas de continuar.
A vosotros por tantos años de humor.
Gracias por la despedida. Si, habrá gente que se alegre de este deceso, como se alegraron de la desaparición de las cabeceras de bruguera. En unos años hablarán de la Escuela de El jueves y algún historietista despistao y pleno de buenas intenciones- si aun queda alguno- vendrá a preguntar por aquellos días mágicos en los que se podía trabajar codo con codo con un montón de gente talentosa y además ser pagado puntual y decentemente por tu trabajo.
Es La Oveja Negra de Monterroso una y otra vez.
Un saludo afectuoso, doc.