Ahora, tras todo lo vivido, es el momento de sentarse a pensar.

Tras largas semanas, que en realidad han sido meses, la batalla global contra el coronavirus (y la Covid-19) parece estar llegando a su final o al menos a una situación de control, lo que permitirá que el mundo vuelva a girar y poco a poco la normalidad regrese a nuestras vidas.

Cierto es, hay que anotarlo, que no será todo exactamente igual que antes, al menos por el momento. Aunque eso no impide que podamos salir, ver a nuestros amigos, y sencillamente disfrutar de los pequeños milagros que nos da la existencia.

Es, en buena lógica, el momento de mirar atrás y repasar lo que han sido estos meses. Pensar sobre qué hemos hecho, qué han hecho otros, qué ha sucedido y ver qué podría mejorarse o quedarse para siempre (como el hecho de que una reducción de vehículos por las ciudades limpia el aire que da gusto).

Van aquí cinco reflexiones tras estos días de encierro, que si bien no son especialmente novedosas o desconocidas, es bueno que se vuelva sobre ellas y que, tras todo lo vivido, permanezcan más presentes que nunca. A fin de cuentas, solo nos jugamos la vida.

Fotografías de Doc Pastor.

Hay que reforzar la sanidad

Tras haber tenido gobiernos centrales y autonómicos que, en vez de buscar la mejor forma de servir, se han dedicado a malgastar dinero, bien por corrupción, nacionalismos, arquitecturas faraónicas, amiguismos o pocas luces, llegó una pandemia que puso en jaque a todo el país sin importar si se residía en Valladolid, Barcelona o Madrid.

Los sanitarios han luchado día tras días de todas las formas posibles y la población aplaudió, literalmente, sus actos, pero ahora llega el momento de la verdad. Hay que reforzar más que nunca a un sector del que dependemos todos, no apostar tanto por lo privado o por la reducción de capacidades. Esto solo conlleva lo que ya hemos visto, camas a rebosar, profesionales al borde de la extenuación, un sistema entre la espada y la pared…

Un gobierno que se preocupa por sus ciudadanos es un gobierno que apuesta por la sanidad, por la cultura, por la educación…No uno que recorta en ello.

No todo el mundo respeta a los demás

Si bien a grandes rasgos la parte principal de la población ha cumplido las normas y recomendaciones dadas, lo que se ha visto de forma clara, otros tantos que por suerte ha sido los menos han preferido seguir a su rollo como si el resto de su ciudad no existiera.

Desde los que no respetaban la convivencia con vecinos, más importante que nunca al estar encerrados en casa, pasando por los que se iban de viaje de fin de semana o de puente, hasta llegar a los que aprovechaban cualquier motivo para salir a comprar o tendían más que nunca en el terrado.

Muchas fueron las fotos y vídeos que mostraron a padres con sus pequeños saltándose las normas a la torera cuando podían salir y el resto no, entre otros tantos perfiles que incumplieron sin preocuparse de más que su propia existencia. Menos mal que en el total, no eran realmente tantos, y hay que dar las gracias a todos los que sí respetaron a sí mismos y a los demás.

Demasiadas personas se creen justicieros

Y si están los que no respetan e incumplían normativa, también los que decidieron que había que crucificar a los otros por sus acciones. No me refiero tan solo a los que salían a pasear o a hacer deporte en una franja horaria que no correspondía, también a individuos deleznables que, de nuevo centrados en su total egoísmo, criminalizaban a otros.

Esto ha llegado a verse perfectamente en redes a través de sanitarios o trabajadores que seguían al pie del cañón, y en cuyos edificios les han dejado notas y avisos debido a ello. Lo que, hay que decirlo muy sinceramente, es ser un mal nacido sin escrúpulo alguno.

De nuevo, y por suerte, estos son los menos y la mayoría de las personas lo que han mostrado ha sido respeto, amor y compañerismo. Bien ofreciéndose a los mayores para ir a hacer la compra, dejando galletas en los portales, y otras tantas muestras de maravillosa humanidad.

El teletrabajo sí es posible

Durante largo tiempo muchas empresas y sectores decían que no se podía hacer, que el teletrabajo conllevaría una gran inversión y que además no era fiable. Se aducía a la mal llamada picaresca española para justificar que los empleados no realizarían su trabajo, es decir que habíauna falta total por parte de muchos contratadores hacia sus contratados.

Que esto no era así era algo evidente para cualquiera, pero tras todo lo sucedido incluso los más enfrentados a ello deberían aceptar que es posible. Las personas han podido estar en sus casas y realizar sus tareas, en ocasiones incluso mejor que en el día a día anterior.

Ahora está en el aire la cuestión de si permanecerá en el tiempo o no. Desde el gobierno se insta a seguir con ello durante próximos meses, hay trabajadores que así lo desean y por otro lado, hay que reconocer que en pleno 2020 la tecnología permite de forma más que sobrada este hecho, y no aprovecharlo sería una total lástima (y un sinsentido).

Necesidad de conciliación familiar

Hilando directamente con lo anterior viene este punto, ya que es cierto que el teletrabajo también da la opción de mejorar en mucho la conciliación entre familia y trabajo, aunque todavía queda camino por delante. Lo que también ha quedado patente es que el actual sistema de este país, y otros tantos, no lo permite y como muestra están las muchas familias que en el día a día dependen de los abuelos (aplausos para ellos), para cuidar a los infantes y otras tantas pequeñas cosas.

Esto es algo que se lleva años demandando, ya que si ambos padres trabajan y los niños van a clase, es complicado el poder tener una vida de cualquier tipo. Incluso empieza a serlo en el caso de estar soltero y solo, algo que a menos que se empiece a coger el toro por los cuernos solo empeorará como ha estado haciendo en los últimos tiempos.

La relación entre la vida y el trabajo debe invertirse, dejar de vivir para trabajar y empezar a trabajar para vivir. Algo muy dicho, muy comentado y que viene de lejos, pero que por el momento parece que muy pocos gobiernos y empresas tienen interés en lograrlo.

Han sido muchas semanas, han pasado gran cantidad de cosas, hemos vivido situaciones impensables hace tan solo unos meses y las consecuencias de todo ello (de tipo económico, social y psicológico) se extenderán a lo largo del tiempo. Es inevitable.

Pero también es un momento perfecto para empezar a remar en la dirección correcta, en la búsqueda de una economía que realmente piense en el individuo, en una sanidad al alcance de todos que sea efectiva en todo momento, en apostar por la calidad de vida y por auténtico día a día.

Paso a paso, minuto a minuto, peldaño a peldaño.

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