La vida del Buscón de Quevedo es una de las obras clásicas de la literatura española, la historia del pícaro (en ocasiones algo villanesco, pero nunca malvado) don Pablos de Segovia que intenta buscar fortuna lo mejor que puede aunque siempre de formas poco honestas y bastante cuestionables. Su narración termina con la promesa de una segunda parte en la que viajará a las Indias para hallar mejor suerte, pero esto nunca llegó a suceder. Es decir, nunca llegó a suceder, hasta ahora.
Han tenido que pasar cuatro siglos para que realmente se edite esta secuela, El Buscón en las Indias, de la mano Alain Ayroles y Juanjo Guarnido, quien deja claro que el proyecto «ha sido laborioso» y que aunque es en este 2019 cuándo llega a las tiendas la idea empezó a fraguarse una década antes. Por su parte Ayroles explica que todo partió de una idea sobre El Quijote, de la intención “de contar sus aventuras en los Andes, en la selva amazónica…” a lo que Guarnido dijo “un no tajante, por que me parecía un poco sacrilegio resucitar a don Quijote después de que Cervantes se tomó la molestia de darle muerte al final de la segunda parte para evitar que otros gaznápiros se aprovecharan del personaje”. Entre risas y una gran complicidad con su compañero matiza que enseguida le vino «la idea del Buscón, ya que en el libro Pablicos de Segovia anuncia que se va a las Indias”.
“Yo no conocía el Buscón, pero conocía la picaresca y había leído El lazarillo de Tormes” comenta el guionista, y ese conocimiento queda claro en esta obra, editada en España por Norma Editorial, que es una digna continuación al clásico de Quevedo. En todas sus páginas se respira un claro amor por la obra original, o dicho de otra forma en palabras de Ayroles «es una forma de traición, pero es una traición muy respetuosa. El espíritu y la manera de contarlo, los personajes… Hacemos algo diferente, pero muy respetuoso». Pero todos conocemos el mal carácter del que pecaba Quevedo, tanto que Guarnido no tiene dudas de que si estuviera vivo “saca la espada y nos embrocha a los dos de una sola estocada, y luego nos escupe”, comenta con sorna.
Dejando de lado el cuánto le habría durado el enfado de haber recibido royalties, lo cierto es que no tendría motivo de queja ante una secuela que respeta tanto su espíritu y su narrativa, además de la inventiva de la que siempre hacía gala. Este respeto y homenaje es mayor en los momentos en que los autores se permiten incluir algunas situaciones y hechos de la novela original, siendo para Ayroles lo más complicado “la manera de contar este humor negro, muy muy cruel que no se puede mostrar en imágenes tal y cómo lo contó Quevedo”, pero disfrutando de la libertad que les otorga hacer una segunda parte, aprovechando la gran ventaja de que en» los tebeos se puede jugar con el texto y la imagen, hay diferencia entre el texto y las imágenes, y es lo que hicimos”, explica.
Si bien el guion es fascinante, uno de los puntos más destacables y qué más llamará la atención del lector es el gran trabajo de ilustración que realiza un Juanjo Guarnido en estado de gracia, una labor en la que lo más difícil fue «la documentación, que es una cuestión de trabajo, de tiempo y dedicación” comenta el dibujante, además de “esa acidez, ese humor negro… Lo tienes que buscar en otros momentos y plantearlo de otras maneras”. No contento con esto, y con algunas viñetas dignas de ser enmarcadas en un museo, también se ha permitido la inclusión de algunas caricaturas al más puro estilo de Uderzo en Astérix, cómo es “el personaje que interpreta Alfredo Landa. Alain lo llamaba en el guión Sancho” que nos sonríe pícaramente desde la página impresa, y que en realidad surgió de forma inesperada ya que en su story board “no se parece a Alfredo Landa para nada, pero cuando empecé a hacer la página pensé que tenía que perfeccionar el diseño del personaje, y de pronto me digo: Sancho Panza, Alfredo Landa es el mejor Sancho Panza que ha habido”.
¿Y cuál es el futuro de este muy recomendable El Buscón en las Indias? Quizá explotar en un próximo álbum el giro final, que no explicaré a fin de no romper la sorpresa al lector y que en palabras del guionista fue un intento de mostrar «que el pícaro hace trucos, ¿y qué truco más podría hacer? Más y más y más, ¿hasta dónde puede ir?», o quizá con suerte lleguemos a verlo en las pantallas en forma de mini serie ya que esto no deja de ser una aventura al más puro estilo clásico, algo que los dos autores ven con buenos ojos pero que depende de “si alguna productora está interesada, sería genial» dice Guarnido y Ayroles cierra el tema alabando a su compañero al comentar que “el dibujo de Juanjo es una superproducción”. Palabras que él también tiene hacia su colega al decir que sus páginas son fruto de “mucho trabajo, mucha documentación y mucho esmero, pero es que el guión lo merecía. No podía ser de otra manera”.
Haya o no una tercera parte en las aventuras de este pícaro, llegue a hacerse una adaptación o se quede en una idea, lo único cierto es que por ahora tenemos la suerte de poder volver a bucear en La vida del Buscón de Quevedo y las nuevas aventuras que han creado para su protagonista estos dos autores, es la oportunidad de emprender «un viaje a otro lugar, a otro tiempo» pero también de “conocer un clásico de la literatura” como dijo el propio Alain Ayroles, y es una oferta que ningún lector debería rechazar.
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