¿Qué hace héroe al héroe? Esa pregunta se hace Grant Morrison.

He tenido la fortuna de que en casa de mis padres siempre se leía, bien ellos o mis hermanos. Pero todos eran unos grandes devoradores de letras, además mi padre y el hermano más cercano a mí por edad eran grandes aficionados a la fantasía, a la ciencia ficción y al cómic en general. Esto provocó que desde que empecé a amar las letras, lo hiciera rodeado de todo tipo de temáticas y géneros, incluyendo por supuesto a los superhéroes de DC Comics y otras empresas.

Recuerdo claramente la primera vez que leí El evangelio del Coyote. Fue en una grapa de la desaparecida editorial Zinco que mi hermano había comprado en la tienda especializada a la que íbamos de forma habitual. Lo cogí igual que otros tantos, y me maravilló. Lógicamente, debido a mi corta edad, no podía entender del todo qué tenía delante de mí, pero sabía que era algo especial.

No conocía de nada al personaje de Animal Man y tampoco las historias a las que hacía referencia, pero sí sabía quién era El Coyote de Warner Bros., igual que al Correcaminos y el mundo de locura que eran los dibujos animados de los Looney Tunes. Eso sí me era familiar, y estaba allí, en un cómic de superhéroes.

Era una versión distinta, más real y fría. No terminaba bien, no había humor, solo un sacrificio y el amor hacia los suyos. Y si bien todo eso escapaba a mi infantil mente, lloré al terminar de leer. Quizá no hubiera entendido todo lo que sucedía en esas pocas páginas, pero sin duda mi corazón sí lo había hecho.

Regresé a esa historia muchas veces, terminé comprando esa misma grapa y me lancé directo a por el tomo Animal man: el zoo humano. Primer volumen recopilatorio de la etapa de Grant Morrison, en el que está el mentado El evangelio del Coyote y otras tantas historias que son dignas de tener en un altar. Y es que el guionista cogió a un personaje claramente secundario, un justiciero anodino, para crear con el historias sobre la humanidad, la bondad, la maldad y sí, sobre qué hace héroe al héroe.

En ocasiones deconstruye el mundo del cómic y sus tópicos, en otras busca más allá y juega con alegría con el metalenguaje, en algunas experimenta y se lanza al abismo, siempre lo hace en pos de la calidad y de sorprender al lector con una experiencia nueva, algo que no puede negarse que logra (y eso, que han pasado largos años desde la publicación original). Un ejemplo sería La muerte de la Máscara Roja, en cuyas páginas el escritor entra de lleno en la mente de un villano y sus circunstancias, creando en unas breves viñetas todo un pasado para este personaje y consiguiendo que empaticemos con él, al punto de que su inevitable fallecimiento (adelantado por el título) nos impacte y nos haga sentir pena.

Claro está que hablamos de Grant Morrison, un nombre bien conocido que ha demostrado su talento numerosas veces. Sus letras han estado al servicio de La patrulla condenada donde logró también un gran aplauso generalizado, la Liga de la justicia, en la línea Marvel Knights con Fantastic Four: 1234, por supuesto su aplaudida etapa en los X-Men o la serie limitada Multiverso en la que brilla con luz propia por su propuesta, tratamiento de personajes e ideas arriesgadas.

Solo os puedo decir una cosa, haceos un favor y leed el Animal Man de este autor. Todo el tomo o parte, el resto de recopilatorios, una grapa de Zinco… Da igual, pero hacedlo. No os arrepentiréis.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *