El primer apartado del libro Celuloide y seda: Iconos del estilo en el cine se llama «Divas» y el mismo da comienzo con Ava Gardner. ¿Cómo no iba a hacerlo? Ava Gardner es un icono y fue una diva, aunque no siempre por elección propia. Alcanzó el estrellato y la fama y de ella son inolvidables títulos como Pandora y el holandés errante, La hora final o La noche de la iguana, lo que quizá no se recuerda tanto, y es que el tiempo es traidor, es su vida y sus circunstancias.
La vida real, me refiero, no la que aparecía en los tabloides y los diversos medios de cotilleos y sensacionalismo (“los chismes” como decían en Cantando bajo la lluvia). Y es que Ava Gardner siempre fue carne de mentiras y enredos, de historias inventadas, de amores que no tuvo, de problemas que no causó. Esto no quiere decir que no tuviera sus amoríos o reacciones extremas en ocasiones, pero no todo lo que se decía era verdad.
Tan solo Ava, nada más
En el cómic de Astiberri tan solo titulado Ava, no precisa más, se hace un repaso pormenorizado de quién era ella, sus allegados, cómo era el mundo que la rodeaba, los cientos de miles de admiradores que tenía, y también la cierta dosis de pirados que de forma inevitable atrae alguien en su posición. Ana Miralles y Emilio Ruiz, autores tras esta historia, no se meten en toda su vida, no pretende narrarse sus orígenes y sus últimos años, se centran solo en el viaje que realizó a Río de Janeiro como parte de la promoción de La reina descalza.
Un tiempo en extremo breve, no llegó ni a una semana, pero más que suficiente para retratar con acierto a esta persona, a todo su mundo, a toda su sociedad. Por un lado el trabajo de creación es estupendo, con todo lujo de detalles, pero otro tanto el de ambientación y contexto histórico-temporal. O, expresado de otra forma, este cómic es historia en estado puro. Con sus recreaciones y sus licencias, como toda obra de ficción, pero pasmosamente cerca a la realidad.
Ana Miralles y Emilio Ruiz, una dupla genial
Hay que reconocer que la Ava Gardner dibujada por Ana Miralles es Ava Gardner desde los poros hasta la punta de sus pies. Su belleza, su sonrisa, sus expresiones, sus movimientos… Pero igual de acertada está la ilustradora en el resto de personajes, sobresaliendo la mímesis que consigue con Howard Hughes que casi asusta de lo real que es, un poco más y podría decirse que ha vuelto a la vida desde su oscura existencia y todavía más envuelta en tinieblas muerte.
Por otro lado el guion de Emilio Ruiz no escatima en detalles, sean estos buenos o malos, lo que hace que Ava sea una lectura no solo entretenida, también adictiva y con un puntito de hagiografía. Quizá a la inversa dado que trata de desmitificar el mito y mostrar, con éxito y muy buen hacer, a la mujer detrás de la diva.
Una lectura estupenda
El género de la biopic, uso el término de manera laxa, suele resultar atractivo e interesante. A fin de cuentas uno de los mayores placeres de ver y leer es adentrarte en otras vidas, en otras historias, en otros mundos, y eso mismo es lo que ofrecen este tipo de relatos. Un viaje al pasado, a una vida que no es la nuestra pero que nos despierta curiosidad y suscita nuestro interés.
Sí, quizá sea por el innegable hecho de que en el fondo todos tenemos algo de voyeurs (no hay más que ver la cantidad de personas que se arremolinan cerca de un accidente tan solo para ver qué ha pasado, no con intenciones de ayudar o algo parecido) y que por mucho que la curiosidad matara al gato nos creemos inmortales una y otra vez. Sea de la forma que sea Ava resulta una lectura estupenda, bien estructurada, mejor narrada y fantásticamente plasmada.
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