No sé bien como encarar esta crítica. Son muchas cosas las que quiero decir y no se si seré capaz de hacerlo como quiero. Hoy hablamos de algo especial. Hoy toca hablar de Wicked Parte I.
No sorprendo a nadie cuando digo que Wicked es un fenómeno mundial desde hace décadas. Una historia que, por muchas veces que se haya contado, seguirá tan vigente como el ser humano. Y se que estas son palabras mayores, sí.
¿Qué vamos a encontrar en la película?
Como pone al inicio es la primera parte de dos, sí. ¿A qué se debe esta distinción? Muy sencillo: la partitura original de la que parte se compone de dos actos, donde cada uno de ellos corresponderá a un film.
Reconozco que, al principio, me pareció una locura esta división pero tras ver la película, creo que tiene todo el sentido del mundo y es una decisión acertada.
Este primer film nos lleva de vuelta al mundo de Oz, justo unas horas tras el final de la película original (y donde podemos ver muy de refilón a Dorothy y su «escuadrón anti-brujas»).
Es un breve marco temporal para darnos el primer aviso: las historias tienen muchos matices, lo que nos lleva a un momento anterior para descubrir que no todos los paisajes son de un verde brillante.
Para quien no lo sepa, esta es la historia de Elphaba y Glinda, o lo que es igual: la bruja malvada del Oeste y la bruja buena del Norte. La historia de como se conocieron y, sin pretenderlo, se convirtieron en grandes amigas y apoyo mutuo.
No voy a dejar pasarlo más y voy a comentar el acertado casting de la película. Tanto Cynthia Erivo como Ariana Grande-Butera (firma con su nombre completo la actuación) encajan como un guante en sus roles, aportando frescura, cariño y emoción a cada uno. La química entre ambas es enorme y es el claro motor de la cinta.
Debo reconocer lo mucho que he disfrutado de Ariana Grande en el papel de Glinda, a la que hace suya desde los primeros planos y robándose la película en cada escena.
En cuanto al resto del elenco también se entrega a la película con ganas en cada rol, incluso aquellos actores que solo prestan su voz. Dejan ver matices que parecen apuntar a una mayor relevancia en la segunda parte de esta historia.
La cinta tiene una duración de 2 horas y 41 minutos, que es casi la duración de la representación teatral completa. Con esto no quiero decir ni que sea una película aburrida o lenta, si no que se toma tiempo para desarrollar con calma todo lo que quiere contar (que no es poco) además de poder recrearse en escenarios como Universidad de Shiz o la Ciudad Esmeralda.
Y ahora me centro en mis dudas iniciales. ¿De qué habla Wicked? Esa es la premisa clave: Wicked habla a todo el mundo por igual.
En estas casi tres horas vamos a pasar por un carrusel temático que engloba: el bullying, la auto-aceptación, las verdaderas amistades, lo erróneo de los prejuicios, el miedo a lo desconocido, acertar desde el error, la corrupción del poder, los bulos y las fake news. ¿No parece poco, verdad?
No niego haber entrado en la sala con dudas y miedo en relación a la adaptación y duración de la película. Le tengo mucho cariño a la historia (teniendo la suerte de participar de refilón en la versión que realizó un centro de mi localidad y que guardo como uno de mis recuerdos teatrales más bonitos) y no quería que se diluyese en una adaptación cualquiera.
No solo he disfrutado, si no que gracias a esta cinta, también llena de guiños y sorpresas a las adaptaciones anteriores, he podido descubrir nuevos matices que no había descubierto aún.
No se si será la película de estas navidades, pero si es una buena opción para disfrutar en el cine. Un musical DE VERDAD (Joker: Folie a Deux, te miro a ti), de esos que no te cansas de ver y siempre sacan tus emociones a relucir.
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Actor y director teatral con veinte años de experiencia a bordo de la compañía Baypass, que él mismo fundó. Miembro de la organización de la Feria del libro de Parla y técnico de cabecera en Estelar Media. Lee libros y cómics con la misma pasión que disfruta de un concierto o de una buena sesión de cine. ISNI 0000 0005 1808 8693