Un concepto como el de tortugas parlantes de tamaño humano y con habilidades ninja no puede ser difícil de llevar a la gran pantalla si se siguen las premisas básicas: peleas, humor adolescente y una pequeña dosis de suspensión de la incredulidad.
Pese a las críticas recibidas, especialmente por el diseño de los cuatro hermanos, la primera película de las Tortugas ninja hizo un uso acertado de estas premisas y logró crear un producto decente. La segunda parte sigue los mismos pasos y es capaz incluso de mejorar en muchos aspectos.
Tortugas a la luz del día
La acción se sitúa poco después de la primera película. Con Shredder detenido, la reportera April O’Neil (nuevamente encarnada por Megan Fox) investiga a un científico, Baxter Stockman, de quien sospecha que trabaja para el Clan del pie. Tras robarle unos datos de su ordenador, descubre un plan secreto para rescatar al líder del clan mientras lo trasladan a la prisión.
Tortugas Ninja: Fuera de las sombras promete un reencuentro con viejos conocidos para todos los fans de la saga, algunos de los cuales nunca habían tenido aparición en la gran pantalla anteriormente, entre ellos Krang, el comandante supremo de los ejércitos de la dimensión X y los dos lacayos de Shredder, Bebop y Rocksteady. Estos últimos estuvieron a punto de aparecer en la segunda película de los años noventa, pero por problemas legales fueron reemplazados por otros dos.
En esta película encontramos acción de todos los tipos, desde peleas hasta explosiones pasando por saltos desde aviones. Los efectos especiales siguen en su línea y no se ven fallos graves. Todo muy bien llevado y con una seriedad que tampoco pierde el sentido del humor característico, así como un ritmo más o menos aceptable, excepto en un par de ocasiones en las que las justificaciones son muy cogidas por los pelos.
Diseños a la altura
En cuanto a la fotografía, no hay mucho que pedir a una historia cuyos protagonistas viven en las cloacas y salen de noche por la Gran manzana. Se echa de menos un poco más de acción en el subsuelo, pero esto es solo un punto de vista personal. Las localizaciones fuera de Nueva York son aceptables.
Una segunda película era necesaria para terminar de aceptar el nuevo diseño de las tortugas, tan criticado en le primera parte. Si en aquel momento no nos convenció por ser diferente a lo que habíamos visto siempre, ahora se convierten en rostros familiares. Los protagonistas no se ven en absoluto artificiales en sus gestos ni en sus movimientos.
Las personalidades están bien definidas, y además no son solo únicas en cada uno de los hermanos tortugas, sino que además hay una pequeña evolución tanto ambas películas como a lo largo de esta segunda parte. Cabe recordar, como puntilla por aquello de que ahora está de moda ser purista, que en las películas clásicas apenas había diferencia de personalidad entre los cuatro hermanos, excepto por el color distintivo y porque Michelangelo era el bufón.
Segunda partes a veces son buenas
Esta segunda parte supone una reconciliación de la franquicia en la gran pantalla veinticuatro años después de su último éxito. No es ni mucho menos una gran película, pero cumple los mínimos que toda película debería seguir: entretiene y, en el caso de adaptaciones, es bastante fiel. Es una película que todo fan disfrutará, desde los más jóvenes a los más veteranos. Hay guiños para todos.