Cartel del documental "Marisol, llámame Pepa"

Cartel del documental "Marisol, llámame Pepa"

Nuestra opinión sobre el documental Marisol, llámame Pepa, en torno a la carrera de la actriz Pepa Flores.

Una vez más, aterrizo en la sala y descubro que soy uno de los más jóvenes entre el público. Ya empiezo a acostumbrarme a la sensación de ir a documentales que, en teoría, deberían ser ajenos a mi persona.

Pepa Flores se retiró de la vida pública en 1985, un año antes de que yo naciese: ¿Cómo es posible que yo me vea influido por su figura?

Antes de empezar hay que aclarar un par de puntos. Primero, ya he comentado antes que el documental me parece un tipo de producción sesgada que sólo permite un punto de vista sin considerar demasiado el debate. Segundo, Pepa Flores no participa en ningún momento en dicho proyecto. Fiel a su retirada, la actriz se mantiene lejos de los focos y está en su absoluto derecho: se lo ha ganado a pulso.

La actriz Pepa Flores
La actriz Pepa Flores

A estas alturas de la vida, no vamos a descubrir que la antigua Marisol es un icono cultural de primer orden. Lo ha sido a nivel mundial, que no es poco, y los ecos aún resuenan hoy. Un icono. Un símbolo. Un ejemplo. Todo esto y más, pero ¿a qué precio?

Marisol nació como símbolo del régimen franquista, como el ejemplo que deberían seguir todos los niños para crear al español medio de bien, pero eso llevo a que Pepa Flores cayese en el olvido durante décadas, incluso para la propia actriz.

Claramente estamos ante otro caso de “juguete roto”: una estrella que cae en manos de una figura que se aprovecha de ella (y de su juventud en este caso) para sacar el máximo provecho haciéndola moverse al ritmo que diga.

Sin duda, esto es algo gravísimo, pero aún peor es el hecho de que cuando la artista pudo ganar su libertad para empezar a ser una persona de motu propio y vivir a su manera, la opinión popular se volvió crítica y con el derecho a opinar sobre ella y sus decisiones.

No he podido evitar ponerme en lo peor pensando en la posibilidad de que Pepa Flores hubiera sufrido todo esto en nuestros días, lo que me hacía vaticinar un final mucho peor para la artista.

El documental actúa como espejo para que nunca olvidemos de dónde venimos y cómo, a pesar de los avances que se dan socialmente, no hemos avanzado nada en absoluto.

Una artista que ha dado todo de ella (por contrato o por voluntad), pero siempre criticada y menospreciada. Marisol ya se fue y Pepa se merece vivir en paz.

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