Pocas cosas hay mejores en este mundo que escribir libros, no creo que ocupes uses los dedos de una mano al contarlas. Una de las que está por encima, pero va totalmente relacionada, es firmarlos. Firmar tu obra a otros que te van a leer o que ya te han leído, que te siguen desde años o que acaban de llegar. Los matices son muchos pero todos dan igual, lo que importa es firmar y lo maravilloso que es.
No lo es por una cuestión de ego, lo es por tener ese momento increíble y fantástico de conexión con la persona que está al otro lado. Por unos instantes todo el mundo desaparece, solo está el lector y el autor, como dos viejos amigos que se reencuentran, que charlan y se ponen al día. Se habla de la obra, claro, y por supuesto de los gustos y las preferencias, pero siempre salen otros temas a la palestra, desde la última serie que se ha visto a otras lecturas y recomendaciones. Es algo que funciona en ambos sentidos, y, una vez más, es increíble.
Lectores, Frost y demonios
Este ha sido el primer año que he acudido como autor al Salón del cómic de Zaragoza, lo cierto es que he asistido con una triple vertiente profesional: como periodista, como autor y como parte del equipo del stand de la editorial Unrated. Muchas horas allí, otras tantas detrás del mostrador, varias más firmando libros, ratos de escapada para hacer fotos y tomar notas mentales, charlar con otros profesionales… y con los lectores, siempre con los lectores. Sin lectores los escritores no somos más que raros dando golpes a un teclado. Nosotros hacemos que las historias cobren vida, sí, pero los lectores son los que hacéis que los libros tengan sentido, que sean mágicos, que esas mismas historias sean reales.
He de decir que si bien conocía este evento de un par de años anteriores, en los que acudí por mis labores de comunicación para una editorial asistente, este ha sido el primero que realmente me he sentado a firmar y la experiencia ha sido estupenda. No puedo decir otra cosa, lectores veteranos que venían a por mis libros de Cultura Pop, lectores infantiles que conocieron a Frost, perrito de aventuras, por primera vez y otros tantos que se hicieron con la novela En tierra de demonios recién salida del horno. Gracias a todos, ha sido estupendo (¿puedo decir increíble una vez más?), un chute de positividad que me hacía mucha falta y espero, deseo y anhelo, con todo mi corazón, que mis libros os hagan sonreír igual que yo lo he hecho con vosotros.
Únete a nuestro canal de WhatsApp (totalmente anónimo, nadie verá tu nombre o tu número) y no te pierdas ningún contenido. ¡Súmate pinchando aquí!