Según gano en años encuentro cada vez más disfrutables las historias unitarias, más todavía aquellas que se salen del canon concreto del momento y son funcionales por sí mismas. Eso no quiere decir que no beban de la mitología existente o ignoren hechos básicos de los personajes, nada más lejos, pero sucede que usan lo preexistente a su manera y siempre para el bien de las historia.
Así en La tumba de Batman los autores Warren Ellis y Bryan Hitch nos entregan una miniserie que puede ser leída en cualquier momento y que además no requiere de ningún conocimiento previo de quién es Batman, al menos no más allá de lo que cualquiera puede saber del mismo. Sería complicado decir que hoy exista alguien que no conozca a Batman, y eso es todo lo necesario para adentrarse en La tumba de Batman.
Es más, aunque en general el murciélago cuenta con una extensa familia con él como nexo de unión, esta no está presente en momento alguno. La excepción es Alfred, el fiel mayordomo que aquí más que nunca es mostrado por lo que realmente es, el padre que ha cuidado a Bruce Wayne tras el asesinato de sus padres reales, y si bien esta es una historia de Batman lo es tanto como es una historia de Alfred.
El mayordomo es el personaje más importante de todos, dando al héroe una capa de humanidad y guiando al lector como un guía por terrenos desconocidos (o no tan desconocidos en ocasiones). Hay que decir que en más de un momento se puede ver claramente que la inspiración visual para esta encarnación del mayordomo inglés es David Niven, un maravilloso y elegante actor que entre sus talentos tenía el contar con una fantástica vis cómica (tan solo hay que verse La pantera rosa para comprobarlo).
Esto no es algo casual o accesorio, ya que en realidad La tumba de Batman tiene mucho de producto audiovisual y no cuesta nada hacer la traslación mental a la pantalla. ¿Quizá había pactado una película de animación de antemano? No es complicado imaginar esta historia de esa guisa, tanto por la parte de su dinámico guion y más todavía por su puesta en escena. Con todo ello hay que matizar que aquí no estamos ante un Batman iracundo que reparte palizas sin más, la parte de investigación es importante y nos recuerda que aunque a veces parezca que se olvide Batman es un detective, uno muy bueno que se apoya en sus conocimientos y en toda la tecnología que tiene a su alcance.
En algunos momentos, más por la propuesta que por el desarrollo, no he podido evitar pensar en Tres Jokers. Esto es debido a que la trilogía de Geoff Johns también puede ser leída de forma independiente, como suele ser habitual en el guionista Johns usa lo que le viene en gana de la mitología y se preocupa de contar su historia, pero debe decirse que no llega a su nivel de calidad y de importancia.
La tumba de Batman es una buena historia, es una muy buena historia, una historia que conviene leerse del tirón y volver a releer al poco tiempo para ser todavía más conscientes del estupendo trabajo que hacen Warren Ellis y Bryant Hitch.
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