Portada del cómic La saga de Maese Pato
Hablamos de Guido Martina, Giovan Battista Carpi y su talento desbordante. Lo único que uno puede hacer es rendirse y disfrutar.

La editorial Panini está haciendo una labor encomiable al publicar en nuestro país los cómics de Disney, más todavía si tenemos en cuenta que no se está empeñando en hacerlo como un producto de nostalgia (hay vida más allá del Don Miki, de verdad que sí) y que las ediciones están siendo muy cuidadas. Son varios ya los títulos que han ido llegando a las tiendas como el integral de Patomas o la siempre imprescindible La dinastía de los Patos, se une a ellos ahora otro gran clásico: La saga de maese Pato.

Esta es una historia firmada por Guido Martina y Giovan Battista Carpi que supone un viaje por el pasado histórico de Italia, con menciones a nombres del mismo como Dante Alighieri y Angelo Poliziano junto con sus hechos y circunstancias. Todo ello pasado por el humor y el estilo que sus autores tenían, lo que hace del total una lectura amena, didáctica y totalmente recomendable para los que somos amantes de Gilito y Donald. Es curioso que todos entendemos que estos personajes son de Estados Unidos, y lo son eso es innegable, pero si nos atenemos a lo que muchos hemos leído entonces son italianos (es más, Patomas ha llegado a ser llevado al otro lado del charco, así de queridas son sus historias).

Esta es una historia imaginaria, pero, ¿acaso no lo son todas?

Esta historia no es real, aunque claro está que ninguna lo es y todas son ficción pero más todavía aquí. El tío Gilito (al que va tocando empezar a dejarlo como Scrooge, que se pierda esa referencia a Dickens es terrible) y Donald viajan hasta Italia, y allí el avaro ricachón se siente inspirado para narrar la historia de Maese pato y su sobrino. Ambos están inspirados en ellos dos, lo que el ahora narrador de historias no niega, y por ello es más que lógico que se comporten y mantengan las mismas relaciones que tienen en su realidad.

Así las páginas se suceden, los gags y los contenidos extras llenos de aclaraciones que son de agradecer (me temo que la historia italiana no es mi fuerte, así que el apoyo no sobra), haciendo que la lectura sea lo que se espera de un tomo de estas características. Pero claro está, es que hablamos de Guido Martina y Giovan Battista Carpi, y ante ellos y su talento desbordante lo único que uno puede hacer es rendirse y dejarse llevar por el buen humor.

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