Portada de Masacre Siete Matanzas
Masacre (o Deadpool en su idioma original) es uno de esos personajes que han ido creciendo poco a poco hasta hacerse gigantes, algo que era complicado pensar que iba a suceder en su primera aparición. Es más, en la serie de los años 90 de los X-Men aunque hace aparición es de forma muy anecdótica y sin darle una mayor relevancia. Eso no impidió que tuviera su propia figura de acción, como prácticamente cualquier personaje que apareciera en pantalla; ahí Toy Biz lo hizo muy bien.
Las cosas son muy distintas ahora. El mercenario es un personaje querido y que goza de gran éxito, algo a lo que ha ayudado su salto al cine con una tercera película (Deadpool y Lobezno) pendiente de estrenarse. Hoy por hoy es bien conocido por ser un bocazas, como se le suele etiquetar, bromista, violento y romper la cuarta pared de forma habitual. Y todo eso es lo que el lector va a encontrarse en Masacre: Siete matanzas.
Violencia, diversión y Rob Liefeld
El título es muy poco sutil y totalmente literal. Son siete aventuras del antihéroe en las que se da lo que se puede esperar: acción, violencia sin control, desenfreno visual, mucho humor y juego por todas partes. Lo más relevante es la presencia de un gran número de autores como Gail Simone, Marc Guggenheim, Whilce Portaccio, David Baldeón o Greg Land, entre otros tantos, pero con un nombre que destaca entre todos ellos: Rob Liefeld.
Este creador es bien conocido por sus poses exageradas, su anatomía irregular, su ausencia de fondos pero también por ser uno de los más exitosos de los años 90. En gran medida por su trabajo en The New Mutants, y posteriormente X-Force, que es precisamente donde junto a Fabián Nicieza crearía a Masacre en 1991. Así que su regreso al mismo tiene su punto de celebración pero también de celebración dado que en breve Panini empezará a publicar la miniserie Masacre: Peor sangre, que precisamente es de Rob Liefeld (un regreso también con Lobezno y Cable, ahí yendo a por todas).
Puro entretenimiento
Masacre: Siete matanzas es un buen conjunto de historias que no aportan nada, nada de nada. No quieren hacerlo, son un puro producto alimenticio para sus autores y de total entretenimiento y diversión para los lectores. Y no, eso no es algo malo, nada de eso, no en este caso. En este caso en concreto es algo estupendo, es precisamente lo que promete el tomo y lo que uno espera encontrar. ¡Que empiece la carnicería!
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