Portada de La carrera del siglo de J.L. Munuera

Portada de La carrera del siglo de J.L. Munuera

Una obra divertida y cómica que se basa en la realidad.

En un artículo reciente de este medio se ha comentado que la realidad siempre supera a la ficción, es un dicho muy antiguo que es muy cierto. Pruebas de ello hay muchas como por ejemplo la maratón de los Juegos Olímpicos de 1904, que si uno lee acerca del tema saca la inevitable conclusión de que fue un desastre mayúsculo. Todo salió mal, pero todo, y además en más de una ocasión de formas que eran bastante cómicas tanto por la organización, los hechos acontecidos y los participantes de la misma.

Es una historia que es carne de ser llevada al cómic o al cine, incluso podría hacerse una pequeña serie con todo esto. Por el momento no ha habido una adaptación audiovisual ficcionada de la misma, pero lo que sí hay es un cómic. Lo edita Astiberri, lo firman Kid Toussaint y José Luis Munuera, y es una lectura desternillante de principio a fin.

Página de La carrera del siglo de J.L. Munuera
Página de La carrera del siglo de J.L. Munuera

El absurdo de una carrera imposible

La maratón daba comienzo a las tres de la tarde… ¡del 30 de agosto de 1904! Final de verano en el momento más caluroso del día, algo que fue peor por el hecho de que el primer puesto de agua estaba situado aproximadamente en el kilómetro veinte, pero es que su organizador, James E. Sullivan quería comprobar los efectos de la deshidratación. En concreto quería verificar cómo afectaban a los participantes de diferentes razas, convencido por completo de la superioridad de la suya aunque viendo los resultados totales de la competición lo que debió es terminar convencido de que todo había sido un tremendo error.

Entre los participantes había un poco de todo, de forma bastante literal. Empezando por el cartero cubano Félix Carvajal que llegó para correr vestido de calle, Frederick Lorz que recorrió parte del kilometraje en coche lo que le hizo ser el ganador (en primera instancia) y tras ser abucheado dijo que todo era una broma, y por supuesto el pobre Thomas Hicks que es famoso a su pesar dado que bajo la dirección de Sullivan le serán administradas dos dosis de dopaje (compuestas de estricnina, clara de huevo y brandi) algo que le afectará sobremanera ocasinándole secuelas de por vida. Y más, estos tres son solo la punta de lanza de un total de 32 corredores de los que cuesta decir que fueran atletas a excepción de una minoría de ellos.

Página de La carrera del siglo de J.L. Munuera
Página de La carrera del siglo de J.L. Munuera

Un cómic divertido y cálido

El cómic La carrera del siglo (no confundir con el filme del mismo nombre) es una obra divertida y cómica que se basa en la realidad y mientras bebe de ella también la parodia para convertirla en algo desternillante y totalmente hilarante. Algo que, por otro lado, el hecho histórico estaba pidiendo a gritos y solo hay que leer un poco al respecto para darse cuenta, algo que el tomo deja claro desde un primer momento con una portada que adelanta por completo el tono gamberro y disparatado de las páginas.

Los autores, los citados Toussaint y Munuera, no comenten el error de tomarse nada demasiado en serio y esto es algo que se nota, se palpa que han disfrutado mucho a la hora de realizar esta obra además la han dotado de una cualidad humana y de una calidez que es muy de agradecer. Todos los participantes tienen algún pecado y pies de barro (como tenemos todos) pero igualmente son personas con buen fondo que solo quieren tener su victoria y disfrutar de su momento de gloria. Aunque claro, quizá si hoy volvieran la vista atrás igual no habrían participado en esta caótica, loca y terriblemente mal organizada maratón.

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