Hammarskjöld interpretado por Mikael Persbrandt
Las biopics son complicadas de hacer y más cuando hablamos de perfiles históricos tan complejos, relevantes y aplaudidos como el de Dag Hammarskjöld. Este diplomático sueco llegó a ser el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas y uno de los responsables directos de los cambios sociales y estructurales sucedidos en África entre los 50 y 60, momento de su total descolonización por parte de Bélgica, con solo decir esto queda muy clara la importancia de su figura.
El director Per Fly y el guionista Ulf Ryberg
El director Per Fly, junto al guionista Ulf Ryberg, han intentado dar de él un retrato que va más allá del estadista, que se adentra en el hombre, en sus dudas y miedos, todo ellos a través de los poemas que se publicaron de forma póstuma y de una cierta ficción intencionada. Claro, esto es una película de cine y no un documental, las licencias en pos de la trama están ahí y se avisa claramente de ello al comienzo de la proyección.
Un total de casi dos horas llenas de tensión e intensidad que hacen temer en todo momento el giro final que, es un hecho histórico, se sabe que va a llegar dado que así sucedió en la realidad. Apenas hay un solo momento de alivio que ayude al espectador a respirar, lo que para algunos puede ser bueno y para otros no tanto pero que da al filme un estilo propio y un ritmo muy concreto. Tiene sentido que sea así, lo que se está contando es una situación geopolítica muy compleja que se complementa con una parte personal de Dag Hammarskjöld muy relevante que hace entender más al hombre y, a consecuencia de ella, al estadista.
El hombre tras el político
Si bien es cierto que en algunos momentos este hecho, representado por la llegada de un viejo amigo de la juventud, Peter Levin al que da vida Thure Lindhardt, puede parecer algo impostado y quizá el filme funcionaría igual sin ello. Pero la elección artística de sus creadores ha sido esta y debe respetarse, que cada uno juzgue si aporta o no al total. Lo que no puede negarse es que la química entre este y el protagonista, magistralmente interpretado por Mikael Persbrandt, es perfecta y desde el primer minutos sientes que estás ante dos personas con mucha vida juntos que se reencuentran tras años, décadas según se aclara, sin verse.
Hammarskjöld. Lucha por la paz es una biopic bien trabajada, construida con calma y total respeto hacia la figura y el hombre al que rinde homenaje. Una película que no dejará a nadie indiferente, que removerá conciencias y provocará inquietud a la par que tristeza, con momentos de alegría, entre todos aquellos que acudan a la sala a verla.
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