Llega la confrontación que todos están esperando, en la que queda bien claro que esto ya se ha acabado.

En tantos y tantos slashers que hay (son probablemente el subgénero del terror con franquicias más extensas) queda una cosa bien clara: sus asesinos principales seguirán masacrando víctimas en tanto encuentren espectadores que disfruten con ello para generar nuevas matanzas en nuevas secuelas. Pero en un caso como esta Halloween: El final queda claro que es el final: cual si fuera un potito infantil te lo dan todo tan triturado que no queda ninguna duda. De todas maneras es cierto que muchas veces el éxito ha provocado que una supuesta muerte no lo fuera, para seguir el matarife de turno en acción (con justificaciones de lo más descabelladas), pero en este caso si parece quedar claro que dan carpetazo final a una franquicia iniciada en 1978 y que con esta ya alcanza su 13ª entrega, contando secuelas, reboots, etc.

El director David Gordon Green, que fue el encargado de La noche de Halloween en 2018 (que funcionaba como secuela directa del film original, ignorando toda la larga lista de secuelas y derivados que hubo después) así como de Halloween kills (estrenada en 2021 y capítulo intermedio de esta trilogía) cierra con el presente film su tríptico de homenaje al film original de Carpenter, que cumplió 40 años el pasado 2018. Su siguiente proyecto es otra trilogía de homenaje, en este caso a la película El exorcista que cumple 50 años este próximo 2023. ¿Es necesaria una trilogía para hacer algo así? Lo lógico sería que no, porque lo que puedes contar en tres lo puedes resumir en una, pero de esta manera los beneficios aumentan. Aún así el episodio previo tenía ciertas curiosidades (más allá de su esquema básico) como por ejemplo su reflexión sobre las muchedumbres enfervorecidas, lo cual vuelve a repetirse en otros aspectos en esta entrega final.

Ojo, no quiero hacer pensar al lector de esta crítica que estamos ante una inesperada maravilla (nada más lejos de mi intención) porque justamente su apartado más tópico (el de los asesinatos) sería el más rutinario (con la excepción del humor negro que provoca lo que hace con la lengua de cierta víctima) Pero también es cierto que esta película reflexiona sobre algo tan actual como las relaciones tóxicas, no sólo la establecida entre Laurie Strode y Michael Myers sino también entre la nieta en la ficción de la protagonista y el atormentado joven en el cual se fija. Incluso en algunos momentos me llegó a dar la sensación de si estaban buscando un relevo generacional (para darle continuidad a la franquicia), planteando la duda de si en verdad es Michael Myers el asesino o quizás se ha reencarnado en otra persona. Y es que este film comienza con un acertado prólogo en el que nos presentan a uno de los nuevos personajes primordiales de esta entrega final (Corey Cunningham), en inicio una persona afable y amable, que debido a un inesperado suceso se verá estigmatizado por una sociedad que le culpabiliza sin compasión.

Eso le llevará a cruzarse con Laurie Strode, que sabe de primera mano eso de que la señalen como causa del sangriento pasado que arrastra la localidad de Haddonfield por culpa de Michael Myers, por lo que no tardará en congeniar con Corey. Pero al igual que en cierta famosa saga galáctica su protagonista se precipitó al Lado Oscuro, el rechazo y el menosprecio (¿inmerecido?) que sufre por parte de la mayoría de ciudadanos llevarán a tener la duda con Corey cuando tras unos años de paz y sosiego (en los que el personaje de Jamie Lee Curtis sería más abuela que como ese símil de Sarah Connor que se nos presentó en 2018 en la primera entrega de esta trilogía), vuelvan a teñirse de sangre Haddonfield. Admito que a medida que se desarrollando todo, en dos momentos bastante determinados se oye ese típico argumento de todo maltratador (si no es para mí, no será para nadie), lo cual me sorprendió en una cinta como esta, enésima secuela de un género bastante esquemático como el slasher, en la que uno piensa que todo circulará por derroteros clásicos y prefijados. Esa reflexión sobre las relaciones tóxicas culmina en la confrontación que todos están esperando, donde queda bien claro que (al menos en esta línea temporal, ya que la franquicia ha tenido una continuidad errática) esto ya se ha acabado.

Crítica de Oscar Ferrer.

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