Conchita, la nube amiga de Frost, perrito de aventuras

Conchita, la nube amiga de Frost, perrito de aventuras

Sigue la historia de Frost, perrito de aventuras.

El gusano viajaba por encima de las dunas muy rápido, parecía tan habituado a ellas como debía estarlo de ir por debajo de ellas. Iban a tal velocidad que el perrito tuvo que sujetarse con fuerza y girar la cabeza para que no le entrara arena en la boca. “Menos mal que llevo las orejas tapadas”, pensó, y sí que era una suerte. Las tenía muy grandes y si no hubieran estado cubiertas habría sido imposible que no se le llenaran con granos de arena.

La carrera duró unos pocos minutos, rápidamente el gusano se situó por debajo de la nube y en ese momento empezó a erguirse con todo su tamaño. Había muchos metros de distancia pero no parecía que su cuerpo terminara en ningún momento. “Normal que tuviera hambre”, pensó Frost, perrito de aventuras, “con ese tamaño tan enorme…”.

Desde el punto de vista de la nube lo que sucedió fue lo siguiente. Ella estaba tan tranquila allá arriba en el cielo haciendo sus cosas de nube. Era esponjosa, como todas las nubes, estaba rellena de agua esperando a tener ganas para soltarla sobre la tierra, algo que no iba a tardar mucho dado que empezaba a notar las ganas de hacer pis (sí, pequeños y fantásticos lectores, la lluvia es el pis de las nubes. Recordad llevar un paraguas la próxima vez que llueva), y se movía como hacen todas las nubes, con cierta urgencia eso sí.

Ahí estaba tranquila, a sus cosas, sin esperar ninguna sorpresa… CUANDO DE PRONTO UN ENORME GUSANO CON UN PERRITO VESTIDO DE BLANCO APARECIÓ DE ENTRE LA NADA.

– ¡¡¡Aaaaahhhhh!!!- Gritó del susto y antes de que Frost pudiera preguntarle nada se dio a la fuga.

Encima del gusano el pequeño can no estaba dispuesto – No, ¡de eso nada! – desató la cuerda, saltó de su montura mientras hacía un lazo y lo tiró para enganchar a la escurridiza nube en su fuga. Logró sujetarla pero el peso de los dos hizo que se precipitaran con rapidez hacia abajo. Por suerte el gusano fue en su ayuda, poniéndose debajo y sirviendo de colchón. No les pasó nada, solo rebotaron un poco. No, esto no es del todo cierto. Frost, perrito de aventuras, rebotó un poco, en cambio la nube solo flotó y salió sin ningún rasguño. Pero seguía atada, eso sí.

– Gracias- dijo el explorador espacial a su larguirucho amigo, quien respondió con un gruñido bastante cálido.

Tiró de la cuerda y la acercó hasta él con cara de pocos amigos. Esta, nerviosa, solo supo decir un discreto y tembloroso – Buenas tardes- y una tosecilla.

Fin de la 3ª parte del capítulo 6º. De nuevo… el gusano.

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