Frost, perrito de aventuras, en su nueva aventura: Los gargantúas del mañana

Frost, perrito de aventuras, en su nueva aventura: Los gargantúas del mañana

Frost, perrito de aventuras, está de vuelta con una nueva misión.

La noche está cerrada. La oscuridad es casi completa pero la negrura del vacío está surcada por estrellas, y brillan, brillan con un fulgor majestuoso. Brillan y titilan, casi como si charlaran entre ellas, incluso alguna parece reírse.

¿Y qué se cuentan estos astros del cielo unos a otros? Hablan del pasado, de historias que hace mucho que se fueron, de sus recuerdos pero también de sus miedos y esperanzas. También se vigilan unas a otras, están pendientes de las más ancianas y siempre escuchan, que no solo oyen, con atención toda la sabiduría que sus siglos, quizá milenios, de vida han acumulado.

Pero están allí arriba, a lo lejos. Centenares de ellas, repartidas por la obsidiana. Las vemos pero no nos dan calor, no nos dan luz, no nos dan vida. Excepto aquellas que llamamos soles, esas que nos acogen en su abrazo, que nos regalan todo su ser para que podamos crecer, que podamos vivir, que podamos seguir contando historias.

Y es que las historias son vida, son todo lo que hemos sido y lo que seremos. Y esta noche cerrada y oscura se cuenta una historia alrededor del fuego. No es el fuego de una estrella, es el fuego de una tribu. Las llamas crepitan y las ramas se queman. El color rojo cambia a blanco, a azul, a amarillo, llena de calor a todos los que están a su alrededor, les cubre durante las largas horas de frío y hace que todos se sientan acogidos. Incluso el que es forastero, pero nadie es forastero cuando es tratado como un igual, como uno de ellos.

Los más jóvenes están bailando, otros cuchichean, los veteranos aguardan con calma y paciencia. La más anciana de ellos a la que todos llaman Sabala, la que ve más allá que los ojos puesto que es ciega y todo lo contempla con los oídos y con el corazón, levanta su mano surcada de destinos como un viejo plano y callan.

Los más jóvenes dejan de bailar, los que cuchichean silencian sus secretos, los veteranos se preparan para el relato. Lo conocen, lo han vivido, es la historia de sus vidas pero una historia reciente. Algo que no sucedió a sus abuelos pero sí a ellos. La mujer se pone en pie y dirige unos ojos que no pueden ver hacia el horizonte, señala hacia allá, más allá de lo que nadie puede ver y habla con una voz gastada por los años que suena a recuerdos y esperanzas.

– Antes todo esto era un vergel-, respira con profundidad y sabiendo que no todos conocerán esa palabra aclara, -Antes todo esto era un vergel, un lugar que era casi el paraíso. Había abundancia de flores, los árboles lo cubrían todo, los ríos eran abundantes y las nubes surcaban el cielo llenas de atrevimiento.-

Capítulo 1º, 1ª parte: Todo esto era un vergel. Esta historia continuará…

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