Cuando eres pequeño el verano es un momento único y maravilloso. Son tres meses en los que dejas de lado el día a día para sumergirte en tus libros, ir a la piscina con amigos, puede que hacer un viaje con tu familia, y disfrutar de nuevas aventuras.
Estas pueden ser reales o imaginarias, pero eso no importa, lo que importa es el hecho en sí mismo. El que estén ahí y que las puedas compartir, y eso mismo es lo que sucede en Home Time de Campbell Whyte.
El creador de esta historia coge a un grupo de adolescentes, en su último año de instituto, y tras plantear lo que parece una última noche de amistad (y quizá amor), gira todo en redondo para llevar a sus protagonistas a un lugar completamente distinto.
¿Es otro planeta? ¿Otra dimensión? ¿O puede que en realidad no se hayan alejado más de doscientos metros del viejo puente? ¿Y si todo es un sueño?
¿Acaso importa?
No, no importa. Para ellos es real, y eso es lo único que tiene validez. Así, a lo largo de todo este primer volumen editado por Rocket Man Project Campbell Whyte juega con sus protagonistas, les hace crecer y evolucionar, les obliga a ir en direcciones totalmente contrarias a ellos mismos pero siempre guiados por la historia y los hechos que viven. Hay un refrán que dice que “el que regresa siempre será forastero”, y ellos todavía no han regresado.
Pero si sus personalidades y formas de ser cambian con el pasar de las páginas, lo mismo lo hace el estilo visual de su autor que no duda en jugar con el color, el trazo y el estilo según lo ve necesario. Crece y evoluciona tanto, o más, que los personajes, y ayuda al lector a crear la sensación palpable de estar adentrándose en un mundo único y extraordinario, en el que hay tantos secretos como luces y sombras.
El primer libro de Home Time es atractivo y enigmático, una mezcla de Gravity Falls con M. Night Shyamalan, que solo tiene un problema: la historia seguirá, y nos deja con ganas de más.
