Los clásicos lo son por algo. Una obra de ficción no sobrevive por décadas, o centurias (o más), por simple casualidad. Nunca es así, cuando una obra logra pasar de generación es por algo pero eso es lo maravilloso de las historias, que pueden sobrevivir a todo. Da igual cuándo se hayan escrito, no importa si el público de su momento ya no está, una historia es una historia y siempre esta ahí.
En el caso de un libro precisa de ser leído para cobrar vida y en el del teatro precisa de un público para hacer lo mismo. Y de un grupo, claro está, y es que si hablamos de teatro la idea de que la historia cobre vida es más cierta que nunca. Necesitas una compañía que se meta dentro de esa ficción, que se empape y disfrute de la misma para lograr transmitir esas sensaciones largo tiempo escritas hasta los que están en las butacas.
El reto de interpretar a Miguel Mihura
El grupo Kairós Teatro aceptó el reto de interpretar sobre las tablas del Teatro Arbolé La bella Dorotea, más que conocida obra de Miguel Mihura que lleva desde 1963 representándose en teatros de todo nuestro país (y más allá). Una obra llena equívocos, de engaños y desesperos pero también de alegría, de humor y de esperanza.
La trama que la compañía sacó adelante presenta a Dorotea, una mujer que es abandonada justo el día de su boda y que promete a su padre (el cacique local) antes de morir no quitarse jamás el vestido hasta lograr casarse. Y hay que decir que la Dorotea de Kairós Teatro logra enternecernos, consigue con facilidad desde el principio de la función que conectemos con ella, que sintamos como nuestros sus pesares y que deseemos un final feliz (que sabemos que en realidad no llegará) para esta bella Dorotea.
Intérpretes con buena química
Hay que alabar la química que tiene con el que, al final y contra todo pronóstico, contraerá nupcias con ella. Un profesional del canto cuya carrera ha terminado y que, como tantos otros, intentará engañarla para quedarse con su dinero. Pero si la actriz de Dorotea encajaba en ser bella también en ser artera, en poder expresar mucho con una sola mirada, una mirada que dejaba claro que no iban a cogerla por sorpresa. Igual que la mirada de quien pretende conquistarla muestra rápidamente arrepentimiento y humildad. Sin duda alguna los dos protagonistas son lo mejor de toda la obra, disfrutando de ellos por separado pero más cuando están juntos.
Esto no debe ser entendido como que el resto del reparto no sepa hacer su trabajo, con interpretaciones unas mejores y otras más ajustadas. Todos ellos sacan con acierto adelante sus personajes, todos ellos auténticos estereotipos como acostumbraba la ficción patria de aquella época, de una forma creíble que logra que la trama avance sin perder nunca al espectador en el proceso. Incluso engañándole en algún momento, como debe suceder con toda obra que hable de amor y de equívocos.
La bella Dorotea de Kairós Teatro es una representación sincera, en la que se respira la admiración por el autor y sus letras.