En ocasiones se tiende a pensar que el teatro, el cine, los libros o cualquier otro medio de ficción debe ser duro, espeso, debe mostrar tramas y temas que te rompan por dentro para ser importante. Debe ser serio, en ocasiones oscuro, tiene que ser relevante y si no no merece la pena. Qué error más grande, más tonto y más absurdo. Sí, claro que hay ficciones así y debe haberlas como la obra Pedro y el Capitán que también ha formado parte del festival Mutea pero también debe haber entretenimientos sencillos como Comedias en el corral, simples momentos de ocio que nos hagan reír, y si estos quizá pecan de tontos ¿acaso importa si con ello nos hemos reído?
No, es que eso es lo mejor. Una obra teatral que sea comedia y te haga reír desde el primer minuto es insuperable, y más si en el proceso notas desde la butaca que el grupo que esté frente a ti encima del escenario también se lo está pasando bien. Así fue con Lateja y sus Comedias en el corral, en las que desde que los actores entraron al escenario (y antes, ya que bajaron entre las butacas) la energía positiva, el buen rollo y las ganas de pasarlo bien eran palpables. No hay que dejar de lado lo importante que es divertirse, la falta que nos hace y lo maravilloso que es.
Comedietas para todo el público
Así que con estas Comedias en el corral, o comedietas sería más adecuado, el público viajó hasta el pasado, hasta el Siglo de Oro con su forma de hacer, de ser, de contar, de reír y de narrar. Unas maneras que quizá hoy estén, en teoría, superadas pero que mostraron su efectividad entre un público más que dispuesto a entrar en lo que la compañía ofrecía, algo que quedó claro con las risas más o menos constantes que llenaron el arbolé.
Primero una rápida entrada con juegos y humor que ya presagiaban el estilo y el tono de lo que se iba a representar, algo bien pensado así los espectadores están preparados para ello. Tras lo que vinieron unas escenas breves con algo de música y finalmente una más extensa pero todas asentadas en lo mismo, el enredo como clave, la picaresca sin maldad como herramienta y la bufonada como expresión. Sin duda de haberse representado en el momento en que se ambientaba habría habido bastante mierda de caballo a las puertas del teatro (por los caballeros que acudían a la obra), de ahí el origen de la expresión que con tanto acierto recordaron desde la compañía.
Humor inocente con algo de villanía
Un humor sencillo, en ocasiones malintencionado pero siempre bastante blanco, que solo tiene como pretensión lo que logra y todo a través de un grupo de actores que conocen bien su papel y saber dónde y cómo estar. Al igual que en las compañías de antaño quien era secundario cómico lo fue en todas las escenas, quien era la joven dama lo era en todas las escenas y quien era el villano bufonesco lo era en todas las escenas. Algo que hoy en día se ha perdido pero que bien llevado puede funcionar y gustar, a las obras televisadas de The Goes Wrong Show me remito.
Divertirse es más que necesario, menos mal que de vez en cuando alguien nos lo recuerda con propuestas como esta.
Escritor y periodista de amplia trayectoria (AQUÍ, Cinemascomics, Infonegocios…), especializado en Cultura Pop aunque también ha escrito de temáticas muy distintas como política y el mundo de los negocios. Creador del personaje infantil Frost, perrito de aventuras descrito por RTVE como «Un nuevo héroe para los niños». ISNI 0000 0004 4335 5012