Esta semana hablaremos de la corrección. ¿Corrección? Sí, la corrección textual.
¿Qué es?
Nada más que la lectura de un texto a través de otros ojos. Como ocurre con la cocina. Cuando cocinamos, preparamos nuestro plato con esmero y dedicación. Lo probamos y disfrutamos con el resultado. Si solo cenamos nosotros, con eso ya basta. Si el resultado nos gusta, ¿qué más necesitamos? La cuestión viene cuando cocinamos para alguien más. Eso no es tan sencillo. En esos casos siempre viene bien que un catador lo pruebe y nos dé una segunda opinión. Si, además, ese catador tiene la formación para darnos no solo una opinión general del plato sino detectar qué es lo que falla, y cómo enmendarlo, conquistamos a nuestra cita.
¿Cuántas veces habéis escrito un texto, creído que es la caña y al cabo de tres días, al releerlo lo habéis visto lleno de errores? Seguro que muchas.
¿Por qué?
Porque cuando escribimos un texto nos sumergimos en la idea que queremos transmitir y muchas veces no vemos cómo queda, sino cómo queremos que nos quede. También ocurre que, durante esa inmersión, nos dejamos llevar y nos despistamos al decidir centrarnos en lo importante, el mensaje. Por lo tanto, cometemos erratas, errores, faltas, calcos o dejes que tenemos interiorizados y nos salen sin querer. Aunque también sean importantes.
Y qué decir tiene que a menudo no tenemos tres días para alejarnos del texto y revisarlo. O no tenemos ganas. O incluso alejándonos de él no vemos los errores producidos, porque leemos lo que queremos decir y no lo que redactamos. En esos momentos nuestra mente llena huecos y corrige errores, porque no nos fijamos en todas y cada unas de las letras escritas, sino las palabras en conjunto.
Entonces, ¿qué hacer?
Existe la figura de corrector. Una persona que lee con detenimiento el texto teniendo en cuenta la gramaticalidad, su función, intención… Y la manera de presentarlo. Es el catador de la cena. Es el seguro para conquistar nuestra cita. (Recordad que tampoco es el salvador de la cena. Si a nuestro invitado no le gusta el cordero, por más que lo especiemos y le demos una muy buena presentación al lechazo, no le gustará.) Aumenta las probabilidades de encantar a nuestro comensal. Que le guste más. Que se lo coma sin darse cuenta.
Y si no lo tengo en cuenta, ¿qué pasa? Esto:
¿Qué os sugieren estas imágenes?
A mí un descuido por parte de sus autores o comercial, una falta de interés por el producto y, al menos personalmente, que no se lo han tomado en serio. En definitiva, una falta de profesionalidad. Si ellos no se toman en serio su producto, ¿cómo voy a hacerlo yo?
Vale, la teoría es muy bonita, pero ¿en qué se traduce a la práctica?
Antes de nada tenemos que diferenciar entre dos tipos de corrección: la ortotipográfica y la de estilo.
2.1.Corrección ortotipográfica
Está relacionada con los aspectos formales del texto. En otras palabras, en la parte técnica de la escritura. Este tipo de corrección se centra en limpiar el texto. Podríamos considerarlo un lavado superficial del texto. ¿Y en concreto?
2.1.1. Eliminar erratas tipográficas.
2.1.2. Correcto uso de tildes, puntuación (incluyendo punto y coma (;), comillas (todas ellas)
2.1.3. Corregir la transposición
2.1.3. Evitar la omisión de caracteres
2.1.4. Mayúsculas/minúsculas
2.1.5. Uso justificado de cursiva, negrita y subrayado
2.1.6. Buen uso y escritura de abreviaturas
2.1.7. Arreglar puntuales errores sintácticos
2.1.8. Correcta jerarquización de títulos y capítulos y su normalización
El objetivo es evitar las distracciones que el texto pueda proporcionar al ojo durante su lectura y así centrarse en el mensaje.
2.2. Corrección de estilo
Hace referencia a los aspectos gramaticales, es decir, en el redactado. No significa que vaya a cambiar el mensaje del texto, sino el cómo se expresa ese mensaje. Sería un lavado en profundidad del texto. ¿Exactamente?
2.2.1. Corregir ambigüedades
2.2.2. Reformular oraciones para aclarar el mensaje
2.2.3. Eliminar redundancias, repeticiones (innecesarias) y cacofonías
2.2.4. Arreglar errores sintácticos (generales, no puntuales)
2.2.5. Completar vacíos oracionales (elementos de la oración que falten o sobren para su correcto entendimiento)
2.2.6. Establecer concordancias
2.2.7. Introducir puntuación
2.2.8. Adecuar el léxico al contexto
El objetivo es obtener la fluidez del texto, con una mayor riqueza que permita que el lector se sumerja en la lectura y el mensaje llegue con mayor fuerza y claridad.
Vale, pero eso puede hacerlo un amigo, ¿por qué debo contar con un profesional?
Porque es una garantía de calidad. Además de un ahorro de tiempo. La formación de quien se dedica a la corrección (un buen profesional) le permite detectar errores, sean de la naturaleza que sean y, por lo tanto, encontrarles una buena solución.
Pero tengo el corrector de Word/LibreOffice… ¿Por qué gastarme el dinero?
El corrector de tu procesador de textos es una guía. Es cierto que es una ayuda a la hora de escribir, pero hay que tener en cuenta que solo contempla palabras mal escritas. No detecta una coma (“,”) mal usada, un uso inadecuado de cursivas, negritas y subrayados, etc. Y, por supuesto, tampoco resalta errores de contenido, ni redundancias, ni vacíos estructurales, entre otras muchas cosas.
Además, no hay que olvidar que el corrector automático es una base de datos que habitualmente queda obsoleta. Detecta pocas cosas y, aun así, algunas de ellas están mal.
Creer que el corrector del procesador de textos basta para tener un buen texto, es como creer que un traductor automático proporciona una buena traducción. Ambos ayudan, y es un primer paso. No el definitivo.
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